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NO ha sido ninguna sorpresa. Era algo esperado y lógico tal y como se han ido sucediendo los acontecimientos en los últimos nueve meses. Me refiero al asunto del cobro irregular de dietas por parte del alcalde de Benamejí, el socialista José Ropero, su edil de Urbanismo y otro grupo más de cargos políticos y funcionarios que durante años estuvieron recibiendo una serie de cantidades muy por encima de lo que legalmente le correspondía. El tema no es nuevo, porque este periódico ya sacó a la luz la investigación que se estaba llevando a cabo por parte del grupo municipal de Izquierda Unida y el propio regidor benamejicense reconoció desde un principio que había un desfase entre lo percibido y lo que realmente marca la normativa. La diferencia ahora es que el juez ha decidido imputar a José Ropero y al concejal de Urbanismo, Francisco Hoyos, por un presunto delito de malversación, todo ello previa petición de la Fiscalía.
Esta situación debería haber provocado algún tipo de reacción en la dirección provincial de los socialistas, pero no ha sido así. Inexplicablemente, el responsable de Organización, Antonio Ruiz, ha vuelto a mostrar el apoyo de todo al partido a Ropero e insiste en que se trata de una cuestión más técnica que otra cosa, ya que todo parte de un error. Si a ello se suma lo dicho ya en varias ocasiones por el propio secretario general del PSOE de Córdoba, Juan Pablo Durán, lamentando las críticas a José Ropero, la conclusión es que lejos de invitar amablemente al alcalde socialista a que abandone su puesto, parece que se avalan sus actuaciones.
El problema de amparar este tipo de conductas no es otro que el PSOE pierde así credibilidad cuando se rasga las vestiduras por casos similares en otras formaciones. No se puede pregonar a los cuatro vientos la necesidad de una regeneración ética en la política y por detrás dar una palmadita en la espalda a quien, de manera intencionada o no, se ha visto envuelto en este escándalo de las dietas.
Pero para rizar aún más esta cuestión, ahora se ha sabido -y el propio José Ropero lo ha reconocido- que entre 2002 y 2007 el alcalde de Benamejí estuvo cobrando una asignación mensual que llegó a los 900 euros durante algún tiempo y que recepcionaba en concepto de gastos de representación. Vaya por delante que se trata de una percepción que cumple estrictamente con la legalidad, pero también es cierto que rebasa la línea de la ética y de la estética en política, ya que además de su pensión y de las dietas, Ropero ingresaba este estipendio.
El PSOE está perdiendo además la ocasión de renovar su estructura en Benamejí, ya que el propio José Ropero ha anunciado a la dirección provincial que no volverá a presentarse como candidato y sería ahora un buen momento para afrontar ese relevo. Con esta imputación, el argumento de la gestión que ha realizado el regidor del municipio benamejicense ya no vale y es insuficiente para justificar su permanencia en la Alcaldía, todo ello si entrar a valorar la falta de sensibilidad del propio Ropero, quien se aferra al cargo sin reparar en su propia imagen y en la de su partido. Sus razones tendrá.
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