Llega un mayo diferente, un mayo sin cruces, sin feria, con otros patios, un mayo, eso sí, con incontenibles flores librando su propia batalla en rejas y balcones. Un mayo que estrenamos con la estampida. Juanma abre. Depósito lleno. Pisar arena, familia, una vuelta al apartamento de la costa y sentir aquello que nos ofrece viajar.

Recorriendo la A-45, en esos kilómetros que nos separan del mar, volvimos a tener el viernes la sensación de libertad, viajar, la ilusión del destino, hacer planes. Y en la ensoñación, me imaginaba descubriendo ciudades con mis hijas, proponiéndole a mi hermana finde en Londres sin límite de gasto, escapada a Nueva York a mi marido, teatros, museos, restaurantes. A la altura de Montilla caí en los números reales que barajamos en casa, mi presupuesto. Y antes de llegar a Aguilar de la Frontera recordé que no se puede proponer, cuando el dinero es de uno, ciertas cosas. Si estuviésemos hablando del presupuesto del Ayuntamiento, sería otra cosa. Ya saben, esos presupuestos que se han aprobado tarde, que han pactado los que el día anterior se llamaban de todo, esos en los que unos han quedado fuera de juego y otros han escandalizado a sus votantes por pactar con quienes dos días antes tenían rabo y cuernos.

Enfrascada en mi presupuesto casero y con la ensoñación presente, recordé haber leído que el Ayuntamiento había bajado los impuestos. Por un momento pensé que lo de Nueva York podía ser una realidad. El IBI se acerca y esa bajada sabría a gloria. Como soy pelín descreída de los políticos, pasando por Lucena me puse a buscar archivos en el móvil y encontré el del año pasado y el del anterior. Mi gozo en un pozo. Ni un mísero céntimo de ahorro. Se paga el mismo IBI ahora que casi todo el mundo gana menos.

Está bien que los políticos exageren un poco. Lo hacen todos, los que nos gustan y los que nos exasperan. Pero jugar con las ilusiones de ir a Manhattan al teatro está fatal. El IBI, el sello del coche, la tasa de basuras y demás -¡Sin mencionar plusvalía!- digan lo que digan, no ha bajado. Los impuestos municipales son los que son y ni bajada masiva ni nada que se le parezca. Que no digo yo que haya que bajar impuestos, lo que sí digo es que no hay que decir que se bajan cuando no se bajan.

Por Antequera, volví a la realidad, me sentí afortunada por poder estar y recordé lo importante. Sigue habiendo flores y podemos ver el mar ¡a disfrutar!

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