Tomates y calabazas

Lourdes Chaparro

lchaparro@eldiadecordoba.com

Nivel cero

El miedo es libre, pero el respeto también, y habrá que ir amoldándose a lo que comienza ahora

Esto de las restricciones parece que se ha acabado después de que la pandemia del coronavirus se haya llevado la vida por delante de más de un millar de personas en Córdoba y en los hospitales de la provincia siga habiendo personas ingresadas intentando superar la enfermedad. El efecto de la vacuna, fabricada en tiempo récord -que bien podía ser igual para otro tipo de patologías- , ha hecho su efecto y después de más de año y medio y un confinamiento severo, ahora estamos en riesgo cero en tres cuartas partes de la provincia, según han determinado las autoridades sanitarias después de que la incidencia haya descendido jornada tras jornada.

¿Y qué conlleva todo esto? Pues nada, a partir de ya mismo se acaban los aforos, concluyen las estrictas limitaciones que nos han acompañado desde marzo del año pasado y hay que empezar a vivir en lo que se empeñan en decir que es la nueva normalidad. Hasta aquí todo correcto y bienvenido sea este riesgo cero a excepción del área Sur de la provincia que, a buen seguro, lo alcanzará en breve. Pero, ¿quién nos quita el miedo o ese gusanillo que te entra por el cuerpo cuando ahora accedes a un recinto interior, hay demasiada gente y la ventilación es escasa? Esa sensación de pensar: todo el mundo está vacunado, al SARS-CoV-2 le quedan dos telediarios, pero creo que aquí hay demasiado personal y al final encuentras mayor comodidad al aire libre.

Un miedo certero con el que hemos vivido demasiados meses -algunos eternos-, pero que poco a poco habrá que ir superando y recordando cómo vivíamos antes, cuando no se nos secaban las manos de tanto gel hidroalcohólico y cuando no nos resultaba extraño que miles de jóvenes se fueran de botellón -lo de los altercados es harina de otro costal-, que hubiera bullas en las procesiones o que encontrar un hueco para tomar un café en la barra de un bar resultara harto complicado.

Y si en un local consideramos que hay más personal de la cuenta a partir de ya, otro cantar es el de las mascarillas, que siguen siendo de uso obligatorio en interiores, aunque en la calle se siguen usando con total normalidad, por lo menos hasta ayer. El miedo es libre, pero el respeto también y con ello habrá que ir poco a poco, o como cada uno quiera, amoldándose a lo que comienza ahora y, ademas, estar, como poco, en alerta para que no haya una sexta ola y volver al punto de partida, porque sería a todos luces insoportable.

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