Brindis al sol
Alberto González Troyano
Los otros andaluces
Quizás
Hace años había tiendas de discos. Eran lugares donde encontrabas entusiastas dependientes que pinchaban las últimas novedades y te animaban a adquirir unos objetos de vinilo envueltos en portadas de diseños fabulosos. Y así descubrías sonidos que han ido construyendo la banda sonora de nuestras vidas.
Hasta que llegaron los CD, no se rayaban y ocupaban menos espacio. Así que hubo que volver a comprar los discos que ya teníamos, para disfrutar de lo último que ofrecía la tecnología. Luego aparecieron el MP3, el MP4, el iPod y el streminn. Todo comenzó con el gratis total que ofrecieron las redes de intercambio piratas y el mundo se lanzó a descargarse a base de torrents las discografías completas; la industria quebró y pasó un poco de tiempo hasta que Spotify e ITunes dieron con la respuesta adecuada en base a suscripciones mensuales. En consecuencia, cerraron la mayoría de las tiendas porque cualquiera podía llevar en su teléfono mucha más música que la que albergaron en sus mejores momentos las más grandes de éstas. Sólo unas pocas se mantuvieron, más como centros de peregrinación para coleccionistas, que como lugares donde encontrarse con lo nuevo. Hoy los vinilos son objetos de regalo para sexagenarios y los algoritmos construyen las playlist que han sustituido a los amigos que nos aconsejaban la última obra maestra.
Y ahora la última vuelta de tuerca. Se trata de revolucionarios métodos de ingeniería que dotan a las canciones de un sonido que convierte al estéreo o dolby tradicional, en el blanco y negro frente al color. Lo llaman (Dolby Atmos) y coloca a quien lo escucha frente a los intérpretes como nunca antes. Algo que sólo se puede conseguir si se cuenta con el equipamiento necesario para ello. Con lo que, enterrados los vinilos, los cd, el iPod, habrá que cambiar de auriculares y volver a descargar las mismas canciones de siempre. Pero sospecho que sólo se trata de maquillaje capaz de revitalizar las arrugas, pero que lo esencial continúa siendo la capacidad de algunos de mejorar el silencio con sus creaciones. En ese sentido, sin caer en nostalgias, los datos no invitan al optimismo. Este mes el número 1 es Yonaguni de Bad Bunny. Hace 50 años en Bilboard lideraban los Stones con Brown Sugar. Los gritos rabiosos y geniales se han transformado en un hedonista y repetitivo hilo musical; el rebelde Mick Jagger es Sir, y aunque el sonido es mejor, la música parece peor. O quizás, lo que nos pasa, es que cada vez oímos menos.
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