Veredas livianas

Noelia Santos

nsgemez@eldiadecordoba.com

Manuel nos salva el año

Manuel ha puesto un granito de arena para que la pandemia, más pronto que tarde, quede atrás

Manuel Prieto se convirtió el pasado domingo en la primera persona en ser vacunada contra el coronavirus en Córdoba. Esta columna, que será la última del año, solo pretende ser un pequeño homenaje a este gallego de 77 años que con chaqueta y corbata atendió a los medios de comunicación antes de recibir el pinchazo. Tras meses de angustia, decepciones y cansancio, Manuel consiguió que diera gracias por trabajar en un periódico, algo que no ocurría, creo, desde que era becaria.

Manuel me hizo recordar las ganas pasadas, aquellos tiempos en los que no importaba estirar el horario, esos días en los que firmar una página era motivo de orgullo. Este residente, con su agradecimiento a las trabajadoras del centro en el que está desde hace año y medio, ha puesto luz a un año horrible. Con sus palabras ha desmontado a los negacionistas, a los que están en contra de las vacunas. Permitiendo que se le haga una foto recibiendo la vacuna, Manuel, quizá, ha puesto un granito de arena para que la pandemia, más pronto que tarde, quede atrás.

Y es que hablar de este 2020 es hablar de coronavirus y nada más. El covid ha copado nuestra vida por completo. Sí, hemos podido seguir disfrutando, pero siempre con el virus en la cabeza, en las normas. Yo en este 2020 no he escrito apenas de nada que no haya sido la crisis sanitaria. Los casos, con los quebraderos diarios para intentar sacar algo en clave, los ertes (los ajenos y el propio), el turismo desplomado, las colas del hambre, la política municipal, la economía... Todo, absolutamente todo, tenía como protagonista o como trasfondo al covid.

Eso cansa, cansa mucho, cansa tanto que te planteas si de verdad tiene sentido el esfuerzo dedicado durante casi diez meses a intentar contar lo que está pasando fuera cuando también está ocurriendo dentro. Y en medio de todo este pesimismo aparece Manuel. Te levantas un domingo de frío invernal sabiendo que a lo mejor te pasas las horas frente a una residencia esperando a que lleguen las vacunas o a que la Junta se digne a informar bien de algo. Pero cuando ves aparecer a un enchaquetado Manuel y lo escuchas hablar ya sabes que te va a dar igual trabajar 12 horas ese día. Por eso, Manuel, gracias por el domingo, gracias por las palabras y gracias por salvar, sobre la bocina, un año de mierda.

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