¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Mangas cortas

Las camisas de manga corta, hoy denigradas por cursis y estetas de medio pelo, tienen una larga y noble tradición

La última cruzada de los petimetres y estetas de medio pelo es contra las camisas de manga corta. El otro día, el historiador Ángel Aponte, un señor de provincias y autor de esa joyita llamada Retablo de la vida antigua (algún día hablaré del lado luminoso de Twitter), recordaba fotografías en las que personajes como Carlos de Inglaterra lucían la prenda que, antaño -y hoy para los verdaderos entendidos-, era fundamental en el atuendo de un caballero en los meses del estío. Uno aún recuerda cuando llevar la camisa de manga larga remangada cuatro o cinco dedos por encima de la muñeca era considerado propio de carniceros (si no había más remedio que aliviar la manga, se hacía siempre por encima del codo). Pero todo eso da igual: los cursis (cúrsiles, como se diría en verdadero andaluz) la han tomado con la prenda y se pemiten el lujo de arrastrar su buen nombre.

Probablemente, la invención de la manga corta esté relacionada con el desarrollo de los uniformes coloniales británicos. En España, además de en los beach clubs de Marbella a la hora del aperitivo, tuvo una especial acogida en el mundo rural, convirtiéndose en el uniforme oficial de malletes y magos. El buen cateto, en verano, siempre viste camisa de manga corta lisa (blanca o celeste), mascota y pantalón gris. Verlos uniformados así, concentrados en la puerta de una iglesia en una tarde de funeral, con sus rostros de legionarios veteranos de Escipión , es comprobar que la romanidad aún no ha muerto. Viva por siempre la manga corta.

Pero no todo es esnobismo playero y España vacía en esta prenda. También fue símbolo de modernidad. Una canción importante de mi generación, sobre todo para la tribu Mod, fue Mangas Cortas, versión que hicieron Los Elegantes de Zoot Suit, pieza de los Who cuando se hacían llamar The High Numbers. Su contundente reivindicación de este tipo de camisas se ha convertido con el tiempo no sólo en una apasionada reivindicación ("Necesito mangas cortas que me digan que todo va bien…") sino en un himno universal contra tanto petimetre y estilista confusa que nos quieren vestir de monigotes.

Camisas de manga corta, como las monjas, las hay bonitas y feas. Pero no tenga usted duda, querido amigo sometido a la dictadura de la moda, que un hombre puede pasear con absoluta dignidad, elegancia y confianza en el futuro vistiendo una de estas por los bulevares del verano. Ahora mismo me estoy acordando de una foto de David Niven. Para qué más argumentos.

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