¿Imposibles por la complejidad?

Cualquier posicionamiento ideológico de los ciudadanos haría imposible alguna conversación con antiguos

Desde que, hace algo más de veinticinco siglos, por citar un ejemplo clásico, el historiador Heródoto contó que hubo un pueblo primitivo que, angustiado por la inseguridad de sus viviendas y posesiones, se dijo: "elijamos a unos dirigentes que se ocupen de evitar que los bandidos asalten nuestras casas mientras estamos en el campo", hasta hoy, vísperas de unas nuevas elecciones, han pasado muchísimas cosas, se ha producido una evolución significativa en la especie homo y nuestras mentalidades se han transformado como pocos adivinadores hubieran podido predecir. Desde aquella demanda, en la que estaba en juego lo que hoy llamaríamos el orden público hasta lo que nuestras sociedades modernas reclaman en la gestión de los asuntos de la cosa pública, media un cielo infinito y una constitución antropológica también infinita, por calificarlo de alguna manera más o menos plástica. Aunque siga pendiente y todavía no se haya resuelto el peligro de los malhechores, la complejidad de nuestra carga intelectual poco tiene que ver con aquella antigua llaneza. En el momento actual de nuestro desarrollo colectivo, cualquier posicionamiento ideológico de los ciudadanos, o el dilema esencialista, que, a fin de cuentas, no otra cosa son unas elecciones así, haría imposible alguna conversación con aquellos antiguos.

Es esta reflexión el resultado de la pregunta del "novus", cuando desde la mayor simplicidad se cuestiona cuál debe ser su demanda para quienes elige: si desde la concreción de que le garantice el precio y la calidad del pan o le arregle su calle… si establecerá sistemas sociales equilibrados asegurando el llamado Estado de Bienestar; si practicará una política de equidad, justicia e igualdad…; y, por no hacer una relación interminable, cómo perfilará la doctrina del mundo que a cada uno, con sus sesgos y sus matices personales, le sirve de guion de su vida y de proyecto explicativo de su comportamiento, al interpretar los valores morales colectivos. ¡Todo ello en una papeleta! ¿Imposible por compleja? Vaya problema.

Así las cosas, ¡qué lejos queda lo de los bandidos que, sin embargo, sigue vigente como el fundamento teórico y doctrinal de la filosofía política! Augusto Monterroso dice que, al principio, la Fe movía montañas solo cuando era necesario… pero que la buena gente prefirió entonces abandonar la Fe y ahora las montañas permanecen por lo general en su sitio.

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