Hundimiento

No solo se puede ir a pique el PSOE, con muchos años de vida política, también se puede desvertebrar todo un país

Las circunstancias son algo distintas, pero, de todos modos, ese paso a la irrelevancia del partido socialista francés, en las últimas elecciones presidenciales, debería obligar a reflexionar, en España, a los miembros del PSOE. Por mucho que condicionen las antiguas fidelidades a las siglas, llega un momento en que ese continuo trasiego de la marrullería al cinismo, por parte de sus actuales representantes en el Gobierno, ya no se puede admitir, aunque sea muy viejo el número del carné de afiliado. A lo que habría que añadir sus millones de votantes, obligados cada día a ver y soportar a los separatistas vascos y catalanes, situados en el primer plano de la política nacional. Encumbrados a ese podio, gracias al poder y nula beligerancia que les concede precisamente el propio Gobierno, atado a ellos de pies y manos si quiere subsistir. Una subsistencia que bajo ningún concepto se quiere arriesgar, sea cual sea su precio. Eso, ya lo saben los miembros del PSOE. Pero el nuevo problema surge, porque antes, en situaciones semejantes, enquistadas solo por una ambición personal, las desafiaban algunos atrevidos críticos, desde el interior del partido. Estos presagiaban el hundimiento del barco si el capitán, al mando, mantenía ese rumbo. Existían, congresos, comités y ejecutivas, con gente afín pero diversa. En cambio, ahora, cualquier sospechoso, con un mínimo atrevimiento crítico, ha sido excluido. Con fina táctica, el aparato del PSOE fue limpiado para que permanecieran solo voces adictas, suficientemente gratificadas. Desde dentro, ya nadie denunciará el peligro. Se ha realizado toda una operación de relojería, sin dejar tornillo por ajustar. Como consecuencia, una vez más, todo parece atado y bien atado. Por un lado, el capitán, acompañado de sus acólitos y delirios narcisistas en la cabina de mando, y, por otro, una tripulación bien seleccionada. Solo quedaba contentar, poco a poco, a los incendiarios que estaban a bordo. Pero, ha surgido el gran problema: los independentistas no paran de inquietar y escorar el barco cada vez más peligrosamente. Por eso, alguien, preferiblemente desde dentro del propio PSOE debería atreverse a avisar, si es necesario gritando: ¡Esto se nos hunde! Para que ese toque a rebato movilice a muchos que están asustados, pero permanecen callados. Porque no solo se puede ir a pique el PSOE, con muchos años de apreciable y valiosa vida política, también se puede desvertebrar todo un país, como consecuencia de un capitán que perdió el rumbo y nadie en su barco se atrevió a señalarlo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios