Siempre me han gustado los girasoles. ¿Y a quién no? Esta primavera nuestra tan celebrativa no es más que una explosión colorista de lo que el sol nos proporciona. Danzamos y bebemos rodeados de claveles, geranios y gitanillas. Color, agua y sol.

Los girasoles giran según la posición del astro rey (heliotropismo), de este a oeste, pero sólo cuando son jóvenes. A medida que maduran y dejan de crecer, cambian sus prioridades. Al dejar de seguir al sol y orientarse siempre hacia el este, se calientan antes por la mañana. Estrategias de polinización. Toman decisiones. Una conducta inédita en el reino vegetal: la autoorganización para recibir más cuotas de luz solar. Cuando los girasoles se plantan en una densidad alta, las flores comienzan a competir por la luz. Pero en vez de dejar ganadores y perdedores, los girasoles tuercen sus tallos y esquivan la sombra de su vecino más cercano.

Tras años mirando hacia el este, uno, cada mañana desde muy temprano, adivina la rotación de cuanto le rodea y se pregunta si serán capaces de modular sus movimientos de forma cooperativa garantizando la luz para todos. Si bien es cierto que proporcionalmente los girasoles tienen la cabeza más grande no está demostrado que esté llena de más neuronas.

En la mitología griega, el girasol tiene que ver con el amor y el sol. Clitia, la ninfa marina enamorada de Helios, seguía los pasos de su amado con los ojos llenos de amor, hasta tal punto que comenzó a olvidarse de comer y de beber. Amor no correspondido.

Finalmente, los dioses la convirtieron en girasol, que sigue siempre el esplendor solar, en la espera de una nueva oportunidad.

Si el girasol resulta atractivo, más lo es para mí el mito del giraluna al que han cantado diferentes generaciones, Luis Eduardo Aute, Sidonie… Es éste otro girar, otra luz, la de Chopin, Debussy o Benedetti en Hombre que mira a la luna. Escribe Ramón Lobo Dentro de los campos amarillentos y de las ciudades y pueblos grises viven disfrazados de girasol los giralunas.

Mientras sus primos diurnos estiran el cuello para perseguir su sol y realizar la función que se espera de ellos, los giralunas se agachan y duermen, tal vez por sueño, tal vez por rebeldía.

Cuando los girasoles terminan su jornada laboral, los giralunas se despiertan en silencio, casi clandestinamente, y pasan la noche observando la luna y las estrellas, preguntándose."

Por cierto, ¡Aúpa Atleti!

https://youtu.be/2qU1rNb6kcA

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