La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Feijóo mira demasiado a Vox

El candidato del PP hace una oposición cada vez más destemplada y servidora de la crispación, por temor a Vox

Ha metido la pata Alberto Núñez Feijóo criticando que Pedro Sánchez se reúna con autócratas en la cumbre iberoamericana de Santo Domingo, como si en la política internacional se pudiera elegir a los interlocutores. Cuádruple error: las cumbres se hacen con los mandatarios realmente existentes, gusten más o menos; la crítica involucra al Rey de España, presente e influyente en estos eventos; Feijóo olvida que siendo presidente de la Xunta viajó más de una vez a la Cuba de los Castro, que algo saben de autocracia; y montó como contraejemplo de la cumbre un mitin pretendiendo que el auténtico pueblo hispanoamericano eran los evangelistas fanáticos que acudieron a aplaudirle a él en Madrid. Luego se quejó de que el Gobierno manipula sus palabras e intenciones. Pero es su torpeza la que suministra casi toda la munición.

El caso es que, conforme pasa el tiempo, el gallego va a menos. Supuso hace un año una gran esperanza para un amplio sector de ciudadanos ya decididos a despedir a Sánchez, y ahora siembra dudas hasta entre sus partidarios más incondicionales. Creo que está demasiado pendiente de Vox. Teme que la moderación que le ha hecho engullir casi todo el antiguo electorado de Ciudadanos y una franja significativa del antiguo electorado del PSOE le lleve a perder votos en favor de Vox. Que gane por su izquierda, pero pierda por su derecha.

Por eso hace una oposición cada vez más destemplada y más homologable con la dureza gubernamental y servidora de la crispación. No se atreve a votar que no a la moción de censura de Abascal-Tamames, que obviamente beneficiaba a los socialistas. No quiere ni oír hablar de convocar un congreso o convención que dote de un sustento ideológico a un proyecto, el suyo, que no lo tiene. No se pronuncia sobre leyes como las del aborto o la eutanasia, avaladas por el Tribunal Constitucional, que una derecha europea del siglo XXI no puede sino hacer suyas. No duda en manipular el sufrimiento de las víctimas del terrorismo denunciando la política penitenciaria de acercamiento de presos etarras al País Vasco (Aznar acercó a casi quinientos mientras ETA mataba). Se preocupa demasiado de que nadie lo incluya en la derechita cobarde.

Se equivoca. El camino para reducir la influencia de Vox en un futuro gobierno conservador no es lisonjear a los votantes más radicales, sino reducirlos al máximo yendo al centro y la moderación. Que le pregunte a Juanma Moreno cómo lo hizo.

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