Confabulario
Manuel Gregorio González
Valéry , 1918
Brindis al sol
Suele ser frecuente que un buen lector, si le preguntan, cuente que entró en el mundo de las letras gracias a un autor que le recomendaron: un consejo tras una simple conversación, una cita en clase, la sugerencia de un librero, o una reseña de prensa. El hecho es que alguien, en el momento oportuno, le dijo: lee a fulano, te gustará, o encaja con lo que buscas. Y sin esa recomendación quizás aquel lector no hubiera descubierto la obra que necesitaba. Este espontáneo sistema de captación de lectores ha sido el más frecuente. Te aconsejan un autor, coincide con lo que ansiabas, tu vida cobra otro sentido y pones en los libros una ilusión no sospechada. Sin embargo, existe otra forma de caer en la tentación de los libros que también ha desempeñado buen papel: el editor que, gracias al buen criterio de sus títulos ya publicados, adquiere nuevo crédito para los editados después. Recordemos un ejemplo personal: a finales de la década de los cincuenta del siglo pasado, comenzó a circular una colección de libros llamada Biblioteca Breve, en la editorial Seix Barral, de Barcelona. Para un universitario desorientado, con ganas de leer, ninguno de aquellos autores, ni los españoles de la nueva hornada ideológica, ni los extranjeros traducidos, le decían nada. Pero el aire europeo de la presentación tipográfica, la lectura de los solapas, atraía su atención, eligió un título y se quedó atónito. Era lo que buscaba, y ocurrió algo más inesperado todavía, los otros títulos leídos, como de rebote del primero, respondieron a la misma expectativa. Desde entonces, aquel joven aprendió que no solo los nombres de los autores garantizan la calidad de un libro, también podía ser determinante el sello del editor. Un papel similar desempeñó, poco después, la editorial Anagrama, y ya, más recientemente, Acantilado. Son solo muestras de tres editores que, con unos libros rompedores y cuidadosamente seleccionados, transformaron la cultura española. Y este preámbulo, aunque en distintas circunstancias, también puede ser aplicable en Andalucía. Aquí, desde hace años existe una serie de editores con criterio; con un exigente criterio que se muestra en que el acierto de un título garantiza también la calidad del siguiente. Ahora que se acercan las ferias primaverales del libro conviene, pues, hacerles un cumplido a esos editores que están tras sellos como Renacimiento, Athenaica y El Paseo, porque alientan, con justificados criterios, la confianza en la edición andaluza, igual que sucedía con los antecedentes antes recordados.
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