En el tejado

F.J. Cantador

fcantador@eldiadecordoba.com

Don Mariano, don Luis y Eladio

Don Mariano Gutiérrez vivía las 24 horas por y para sus pacientes. Nunca le costó, aunque fuera a altas horas de la madrugada, desplazarse hasta la casa en la que solicitaban su auxilio en aquellas décadas del pasado siglo en las que ejerció como nadie esa ciencia dedicada a la prevención, diagnóstico, pronóstico y tratamiento de las enfermedades, lesiones y problemas de los vecinos con los que convivía en ese pueblo de la provincia de Córdoba. Don Mariano, como galeno rural que era, fidelísimo a su juramento hipocrático, siempre fue mucho más que un gran médico; fue además, algo que se ganó con su trato cercano, una de las figuras más respetadas del municipio, donde ejercía también en muchos casos de psicólogo y confesor de sus propios pacientes o, a domicilio, o en aquella calleja llamada de los Frailes donde tenía su consulta.

Eran tiempos en los que el turno de atención a los pacientes lo marcaban las cartillas de la Seguridad Social apiladas una encima de la otra a las puertas de la propia consulta -la gente las dejaba allí horas antes de que comenzaran las visitas-. Mientras más madrugaras a la hora de colocar la tuya, antes te veía don Mariano. Anécdotas aparte, fue todo un ejemplo de servicio a los demás, formando parte de una asistencia sanitaria en la que también eran un ejemplo los entonces llamados practicantes rurales -ahora se les llamaría ATS- Luis Nieto y Eladio Cortés, quienes también salvaron muchas vidas en ese pueblo del Norte de la provincia de Córdoba y quienes también estaban disponibles las 24 horas del día. El primero de ellos además ejerció de partero en el municipio.

Afortunadamente, este último, Eladio, tuvo la suerte, gracias a Dios, de que el consejo de guerra al que el franquismo le llevó por formar parte del sindicato UGT finalmente dictara el sobreseimiento de una sentencia que lo condenaba. Siempre me pregunté por qué no se le llamaba don Eladio a aquella buena persona que convertía en un ritual los preparativos previos a la inyección que previamente había recetado don Mariano. Eladio sabía como nadie preparar psicológicamente al niño o a la niña para el pinchazo al que estaban condenados a base de contarles historias que lo hacían más cercano.

Como don Mariano y don Luis, don Eladio -el merecido don se lo añado yo- trataba al enfermo o a la enferma con mucha humanidad. Supongo que todo el que fuera niño o niña en un pueblo en las pasadas décadas de los 70 y primeros de los 80, antes de que naciera el Servicio Andaluz de Salud (SAS) -nació en 1986- me entenderá. Y sobre todo lo entenderán quienes tuvieran la inmensa suerte de que don Mariano, con don Luis y don Eladio de escuderos, velara por sus vidas.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios