Han visto el vídeo donde tres amigos italianos van en un coche criticando la banalidad y simplismo del reggaetón y terminan cantando y bailando como locos? Unos cracks. Algo así creo que nos ocurre a una parte de los cordobeses con la feria.

Me explico, la feria comienza y te pilla desprevenido. Hay gente a la que no, que lleva tiempo esperando, implicada, son muy de feria, han preparado indumentaria y programado los días. Los hay que no van a la feria, salen de ella para tomar café. Hay quien tiene obligaciones, recepciones, días de la empresa, o a quienes simplemente les encanta y se dan a las sevillanas como si no hubiera un mañana. No es mi caso. En una reunión de trabajo, el lunes o el martes, haces una llamada y alguien no coge el teléfono. "Se iría ayer de feria". No tardan en surgir las conversaciones. -Yo no voy a la feria. -Yo tampoco. -Paso. Y comienza el despliegue de evidentes inconvenientes. El ruido, prácticamente no puedes hablar, y el polvo, para los alérgicos, letal, cuarenta grados, sudando mientras se calienta la cerveza, la gente bebida haciendo eses en el ferial… Pero claro, si tienes niños, los amigos, un anuncio que se cuela en la radio del coche camino del cole, -Papá, ¿cuándo vamos a ir a la feria? -A ver como me organizo… Grupos de Wathsap, me reafirmo en que en los grupos de wathsap de las madres se gobierna el mundo y hay solución para todo ¿Quién se apunta? A la media hora de haber cruzado la portada te parece absolutamente normal pasar largas horas con los Cantores de Híspalis retumbando en tu tímpano. Hay una extraña inmersión, como si siempre hubieses estado allí, en ese mundo efímero.

La tarde del jueves nos juntamos un grupo de padres, madres, hijas e hijos con la intención de cumplir con el ritual de los "cacharritos". Los niños ante tal cantidad de estímulos sonoros y lumínicos entran en un estado de enajenación envidiable. Una vez agotada una buena cuota del presupuesto entre colas, tickets y fotos de esas caritas alteradas, los padres nos miramos coincidiendo en tomar una cerveza y darles de cenar. Ya de noche, en el callejeo de casetas, cada una defendiendo con absoluta contundencia una propuesta musical, "a cual mejor". Todos los ojos son pocos cuando una docena de enanos de siete años parecen tener la única misión de perderse en la bulla. Ansiedad, persecuciones, reprimendas, cuando de pronto todos se paran en la puerta de una y comienzan a bailar convulsamente a Luis Fonsi. Ay madre.

https://www.youtube.com/watch?v=ppEeWzCuMxs

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