Reivindico mi derecho a no decidir. Nos pasamos el santo día decidiendo y no decidir, al fin y al cabo, es también una decisión. Vivimos en un tiempo de vuelta al blanco y negro. Un tiempo donde los matices, los colores, parecen accesorios, irrelevantes. ¡El problema lo tienes encima de la mesa! Pero lo cierto es que los problemas no surgen de la noche a la mañana. Algunos arrancan años atrás hasta llegar a convertirse en una verdadera guerra entre hermanos. Entonces llegan y te obligan a decidir a destiempo. ¿Por qué no me preguntaron cuando aún todo era posible? Siempre es tiempo de hablar pero convendremos en que los ánimos son distintos ahora.

Y claro que no se trata de levantar un nuevo busto a Joan Manuel Serrat, quien siempre tendrá un lugar en el santoral de los biempensantes y los amantes de las buenas canciones. Pero hay que reconocer que "el nano", nada sospechoso de ser defensor de la Una, grande y libre habla con claridad. Y no dice lo que alguien está deseando que diga o, en los tiempos que corren, lo que alguien parece exigir que diga. Y claro, más me gusta. Y claro, insultos y hostias como panes.

De repente, en medio de tanta tensión, un fandango. En una semana de detenciones, protestas, imputaciones, determinados grupos independentistas han dado las direcciones de miembros de la Guardia Civil para que los que gusten desarrollen su particular protesta. Ese tipo de acción que los modernos denominan escrache, los manifestantes, legítima presión, y los que lo sufren, acoso intolerable (desconozco la terminología en nuestro marco legal). Parece habitual el acompañamiento de cacerolas como instrumento de percusión. El caso es que el guardia en cuestión sale al balcón de su casa y les canta un fandango. Los manifestantes se callan y algunos gritan "ole". No me digan que eso no es España.

Decía don Miguel de Unamuno: "La vida es duda, y la fe sin la duda es sólo muerte". El bilbaíno ya me conquistó hace muchos años. Sobre la situación de Cataluña es conocida su carta a Manuel Azaña en la que anunciaba lo peor repartiendo las responsabilidades. Por tanto, no dispongo de respuestas ni remedios. Uno gobierna solo su ordenador cuando se deja. Será que me pasa como aquello que cantaban los Cero: "Ahora ves las cosas claras, yo aún no". Por cierto, si quieren escuchar unos minutos poesía en catalán, y en gallego, y en euskera, y en castellano, acérquense el jueves por el teatro Góngora. Cosmopoética este año parece que sigue sin entender de fronteras.

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