Crónicas levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

'Cospe' da

YA saben: ¡al suelo, que vienen los míos! Dolores de Cospedal protagonizó una de las comparecencias más ridículas que se recuerdan ese 25 de febrero pasado, cuando aseguró que el PP había pactado una "indemnización en diferido" con Luis Bárcenas. Su actuación sólo es comparable a la de aquel Jesús Sancho Rof, ministro de Sanidad de Suárez, que juró que el mal de la colza estaba causado por un bichito tan pequeño que moría cada vez que se caía de una mesa. ¡Viva la microbiología! Tan fuerte debió ser el aprieto de febrero que la secretaria general del PP se negó a dar más ruedas de prensa los lunes en la sede de Génova. El diferido y otros asuntos debió pactarse en marzo de 2010, y ella, ya se lo ha explicado al juez Pablo Ruz: no estuvo en la reunión; en cualquier caso, vino a decir, estaban Javier Arenas y Mariano Rajoy. Un pellizquito de monja para Arenas, que ya había sido señalado por el entorno de Cospedal al mostrar un asombro impostado por su ausencia en la última comparecencia de Rajoy en el Senado. Entre compañeros de partido se tiran con balas, y el fuego amigo de Cospe ha dañado a Arenas, pero también al presidente del Gobierno.

El 8 de abril de 2010, Mariano Rajoy visitó Sevilla junto a José María Aznar para conmemorar los 20 años de aquel congreso en que el PP se rebautizó como partido de centro. Aznar llegó con cara de holoturia de secano; estaba enfadado porque entendía que nadie le defendía ante ciertas acusaciones en el caso Gürtel, y llevaba preparado un discurso nada complaciente con Rajoy. Sin embargo, Arenas, recién llegado de Madrid, iba contento, había conseguido que Luis Bárcenas anunciase ese mismo día que dejaba el puesto de tesorero del PP, después el escaño en el Senado y, no se sabe, si la militancia. A Aznar se le pasó el mosqueo, y sólo dijo que "los españoles no entenderían que el PP dejase de ser incompatible con la corrupción".

Arenas, escudero de Rajoy y componedor de pactos, había salvado al PP de mayores escándalos a cuentas de Bárcenas. No sabía -claro está- lo de las cuentas en Suiza, y al tesorero se le dio, digámoslo así, una salida digna: un comunicado laudatorio, un despachito, un coche, el pago del abogado y un gran sueldo. En diferido o no, en 2011, un año después, siguió cobrando 251.000 euros. Arenas niega que, en esa reunión, se hablase de sueldo, pero Cospedal lo ha dejado en la cuneta. Si no fuera porque el político andaluz cuenta con más vida que el bichito de Sancho Rof, diría que se ha caído desde la mesa.

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