Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Zamiatin
HOY es un día muy importante para todos los sacerdotes de la diócesis. En la Santa Iglesia Catedral se reunirán en la celebración de la Misa Crismal presidida por el Obispo, cabeza de nuestra iglesia particular. Este acontecimiento es una de las principales manifestaciones de plenitud sacerdotal y signo de la unión estrecha de los presbíteros con su pastor.
También, en esta celebración, se consagrará el Santo Crisma con el que serán ungidos los nuevos bautizados y signados los jóvenes que se confirmarán, y serán consagrados los seminaristas que recibirán el sacramento del orden. De igual modo se bendice el óleo de los catecúmenos con el que se prepara y dispone a los que van a ser bautizados; y el óleo de los enfermos, que alivia el dolor del alma y del cuerpo a aquellos que se encuentran en estado de debilidad, recibiendo la fortaleza para vencer el mal y conseguir el perdón de los pecados.
En el ámbito cofrade se presenta una jornada propicia para felicitar a los consiliarios. Estos realizan una tarea muy importante en las hermandades no solo en lo que les es propio por su ministerio: animar en la fe, cuidar el culto y la liturgia, marcar las premisas de la acción pastoral, sino también en la de ser moderador en la cofradía, porque hay momentos en los que ha de liderar los puentes que nos mantengan a todos en la comunión.
La figura del consiliario no es lo suficientemente reconocida y celebrada por parte de algunos cofrades. En momentos, son considerados como sujetos de confrontación y enfrentamiento. Y quiero pensar que estas actitudes vienen provocadas por el desconocimiento que existe en el mundo cofrade de la tarea propia del consiliario; y que este, es además el párroco de toda una comunidad en la cual las hermandades se han de incorporar como un grupo más que aporta un hecho diferencial muy enriquecedor pero ni mayor ni menor que el que puedan aportar otros carismas a la comunidad parroquial.
De igual modo, los consiliarios deben preocuparse y esforzarse por conocer en profundidad la realidad de las cofradías, para así mejor servirlas y acompañarlas. No pueden olvidar que la religiosidad popular, en nuestra tierra, ha generado un humus que ha hecho impenetrable el fenómeno de la secularización y el laicismo, con vocación de desterrar y eliminar de la sociedad toda referencia religiosa, y más si esta es profesada desde la fe cristiana.
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