El subrayado es una técnica de estudio, memorización y retentiva más que acreditada. Para mí, el uso de los colores siempre fue esencial a la hora de recordar partes del texto o del temario mientras estudiaba y, a día de hoy, los sigo empleando como método de atención visual. Una alerta cromática con la que destacar cualquier cosa. Tan es así, que mi agenda se ha convertido en un muestrario Pantone que hace que, a golpe de vista, me avise de acontecimientos, citas y plazos. Los rotuladores están identificados por temas, o los asuntos por colores, desde las actividades de mis hijas a las reuniones de trabajo, plazos, cuestiones personales o eventos a no olvidar. Verde, azul, rojo, naranja y amarillo. Como me funciona, me lo he llevado al calendario de la cocina y ahora, junto al horno, también hay un desplegable cromático.

El día de hoy es absolutamente fluorescente, colorido y enmarcado por exclamaciones. Predomina el verde porque es día excepcional para mis hijas, que después de dos años vuelven a subirse al escenario y abrirán de nuevo el telón del Gran Teatro para su festival de fin de curso del Ballet de Maruja Caracuel, acontecimiento que cierra temporada lectiva, que se retoma con ganas y que este año pone en valor el arrojo de esas seños que se han peleado con todas las medidas, que han sido capaces de retomar motivación pausada e insuflar ilusión, como si hubieran podido ver las sonrisas.

El verde impera, es el color de sus actividades pero este domingo, combina con amarillo, Elecciones pone en mayúscula en mi agenda y en la cocina. Día bicolor y subrayado. Desde temprano activaremos discurso sobre la democracia y el esfuerzo, llevaremos de camino al colegio electoral el recuerdo de la generación que luchó para que hoy podamos votar. Recontaremos anécdotas de aquellos que se desvivieron por la libertad y por tantos derechos.

Los candidatos, como mis pequeñas bailarinas, han sudado para llegar hasta aquí y, en la campaña y los últimos ensayos en plena ola, se han dejado horas, trabajo, técnica y estrategia; si los jefes de campaña fuesen tan eficaces como la Seño de Ballet de mis hijas, la abstención no sería una opción. La minuciosidad, la rigurosidad, la honradez y el trabajo de ese Ballet, un ejemplo para todos. El trabajo en equipo, el reconocer al virtuoso sin envidias, el remar en la misma dirección para el éxito común, son valores que llegarán hoy al espectador y tal vez al votante. Hoy, en el patio de butacas, como en las urnas, el reconocimiento justo.

Mucha mierda a todos, veremos de qué color será mañana.

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