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Pepe Cabello

Cobardía y esclerosis emocional

El cobarde no es el que no tiene miedos, sino el que no los reconoce

18 de mayo 2014 - 01:00

Siempre creí que decir que no tengo miedo me convertía en un tipo valiente, pero a través de los años, la experiencia y el estudio he llegado la conclusión de que, cada vez que no reconozco un miedo específico, me convierto en un ser más cobarde.

Por otro lado, saber que tengo un miedo concreto -es decir, tomar consciencia de ese miedo, asumir la responsabilidad de que me pertenece miedo y, por supuesto, poner las acciones necesarias para seguir avanzando- me convierte en una persona un poco más valiente.

El miedo es uno de los mejores aliados que una persona puede tener en su vida, mientras que, al mismo tiempo, es el peor cómplice que podemos tener. Un aliado es quien te desafía y te reta a seguir adelante al mismo tiempo que te ayuda a ser más cauto y previsor.

Ésta es una de las funciones más interesantes del miedo, abrir los ojos para que las tres P se cumplan de manera más eficiente: Prever de manera más nítida; Planificar de manera más concreta, y Programar de manera más eficiente. Es un socio perfecto para crecer en la vida.

Quiero distinguir que lo que nos fastidia la vida es "quién tiene a quien"; o sea, ¿eres tú el que tiene miedo o es el miedo el que te tiene a ti? Esto marca una diferencia abrumadora en cuanto al avance.

¿Quién es el propietario de quién? ¿El miedo de ti o tú del miedo? Saber que tú eres el dueño de tu miedo te sitúa en una disposición de poder que es la consecuencia natural a la que nos lleva asumir la responsabilidad.

Te pediría que hicieras una lista de cosas que estás retrasando en tu vida por causas directas de miedos. Por ejemplo: estoy retrasando comenzar a hacer ejercicio porque tengo miedo a no ser constante, o estoy retrasando llamar a un cliente porque me da miedo su reacción. Déjame hacerte una nueva pregunta: ¿Qué harías si no tuvieras miedo? La respuesta te va a dar una pista enorme de tu plan de acción. No significa que desaparezca el miedo, es simplemente abrir los ojos a otra perspectiva.

Estoy 100% seguro de que todas las personas tenemos miedos. Miedos a fracasar, a ser rechazados, a no ser buenos en algo, a la responsabilidad, incluso a triunfar. Uno de los peores de estos miedos es el de la crítica social… ¿Qué pensarán los demás de mi?

No reconocer que tenemos miedos nos convierte en cobardes, nos lleva a mirar para otro lado y no asumir la responsabilidad.

Estoy de acuerdo con The Online Etymology Dictionary, cuando aclara que la palabra "cobarde" viene del francés antiguo coart, que sería la combinación de la palabra "cola" y un sufijo. Por lo tanto, su significado podría haber sido "uno con cola", probablemente haciendo alusión al hábito del perro de poner su cola entre sus piernas cuando está asustado.

Sea como sea, lo que todos tenemos claro es que un cobarde es aquella persona que dice que lo que tiene es "exceso de prudencia" o, lo que es igual, "parálisis" provocada por el análisis excesivo de una situación.

La cobardía suele verse con mucha facilidad, porque como decía el poeta alemán Goethe, "el cobarde sólo amenaza cuando está a salvo".

Otro de los síntomas más graves de la cobardía es la rigidez, ya que los cobardes se cobijan bajo normas estrictas y olvidan una de las claves del éxito en la vida: la flexibilidad. La rigidez crea esclerosis emocional y, si emocionalmente nos quedamos rígidos y viviendo en el miedo, simplemente no avanzamos ni evolucionamos.

¿Cuál es el mejor remedio para el miedo? La acción. Evidentemente, la acción con características concretas. Una acción desorganizada es poco menos que meter un elefante en una cacharrería. Es más, detrás de la acción desmesurada y sin sentido se oculta muchas veces un cobarde que se esconde de sí mismo en el activismo, repitiendo cientos de veces las mismas cosas aunque vea que no evoluciona. Además, son fáciles de reconocer porque se pasan horas al día diciendo todo lo que hacen y exagerándolo: "Uuff… no veas el trabajo que me llevó esto; ni te imaginas lo que me está costando lograr tal cosa; vaya día de trabajo; hoy no he parado…". El tema gira en torno a "mira todo lo que hago", aunque el resultado sea pequeño. Deja de ser eficiente para ser una especie de "gallina sin cabeza".

La acción enfocada en tus sueños, coherente con tus valores, perseverante en el tiempo y llena de pasión cura los miedos, los integra como aliados y nos arma de valor para evolucionar.

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