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Pedro Sánchez debe dar credibilidad a la famosa frase atribuida sin demasiado fundamento a Churchill: “Quien no es de izquierdas de joven no tiene corazón. Quien no es de derechas de adulto no tiene cerebro”. En las muchas versiones que circulan “izquierdas” es sustituido por “revolucionario” o incluso por “liberal”, y “derechas” por “conservador”. Quizás por eso, pongámonos un poquito conspiranoicos, que el personaje lo autoriza, siguiendo la apócrifa sentencia de Churchill, ha procurado quitar de en medio o reducir todo lo posible la participación de los viejos a los que el calor no anime o incluso impida acudir a votar el 23 de julio, en la suposición de que la participación de los maduros, muy maduros y ancianos favorece el voto conservador. Mientras que los jóvenes que tengan corazón le votarán a él y los que tengan aún más corazón a la “suma” poscomunista y pospodemita.
Por eso en su frenético saltar de programa en programa, pensando que el entrevistador interesado por sus calzoncillos es cosa de progres carrozas, aparecerá en el podcast de La Pija y la Quinqui que, dicen, hace furor entre la generación Z. “Te va a encantar oír como mi ex me puso los cuernos”, respondió La Pija a Sánchez cuando confirmó su participación en el programa.
Sánchez y sus asesores han inventado lo de pinchar la burbuja antisanchista creada por los poderosos medios conservadores que están al servicio de la élite política y económica que conspira contra él en Madrid envuelta en humo de puros. Lo de la burbuja me recuerda a la Burbuja Sucia, la archienemiga de Tritón y El Chico Percebe, los decrépitos superhéroes de los dibujitos de Bob Esponja.
“Tengo que estar en todos los programas para pinchar esta burbuja de mentiras, de manipulación y de maldades”, ha dicho. Porque él lo ha hecho estupendamente bien y su mala imagen, decisiva en la debacle electoral del 28 de mayo, se debe a que estas fuerzas políticas, mediáticas y económicas manipuladoras y malvadas han opacado sus logros hinchando la burbuja antisanchista. Y se ha puesto a hacer stage diving, como los cantantes que se tiran desde el escenario sobre el público, lanzándose con frenesí, combinando agresividad y victimismo, a los medios, creando su propio programa emitido desde Ferraz o buscando el voto joven con La Pija y la Quinqui.
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