Monticello
Víctor J. Vázquez
No hablemos de reformar la Constitución
Crónica levantisca
Una de las contribuciones que la pandemia ha hecho al periodismo es que ha demostrado que las buenas noticias también lo son, aunque hay que subrayar que la raza humana siente una fascinación insana por los pájaros de mal agüero. Durante días y a lo largo de un año, hemos dado cuenta del número de fallecidos por Covid, de la soledad de los moribundos en los hospitales y del desastre económico que se cierne, pero también hemos titulado con la remisión de las muertes y los contagios, la aprobación de un gran acuerdo europeo -único- para aliviar la crisis y el descubrimiento y desarrollo de las vacunas contra el coronavirus. Y en los próximos meses también habrá inmejorables noticias, tantas que la pandemia remitirá hasta dejar de contar los muertos por centenares, aunque durante mucho tiempo más estemos obligados a llevar la mascarilla.
Israel se ha convertido en un inmenso laboratorio epidemiológico para Pfizer, y los primeros resultados indican que la efectividad de la vacuna sobre una población real es del 94%. Esto es un porcentaje tremendo. La vacuna de la tuberculosis apenas logra el 50%, y este resultado es magnífico para evitar epidemias. Con la del cólera ocurre algo similar, frena los contagios masivos con una efectividad que apenas frisa el 70%. Sólo con la primera dosis de Pfizer, se alcanza un 57% de resultados.
No sólo hay motivos para la esperanza, sino para la alegría. No es plena, porque sigue muriendo mucha gente, pero la humanidad ha firmado un logro que se recordará durante milenios, los artífices de la vacuna basada en el ARN mensajero serán premios Nobel, porque además han abierto un mecanismo para hacer frente a otras enfermedades no infecciosas como el cáncer. E, incluso, así, hay agoreros que nos quieren llevar a la depresión cada noche; algunos programas de televisión, con esas manadas de expertos que no han parado de hablar desde hace un año porque nacieron sabiendo, son perniciosos para la salud mental, y a esto se suman los chiflados, como Victoria Abril, que no convencen, pero confunden.
Los del ARN -digo- se llevarán el Nobel, pero en este día de premios andaluces, y no le pongo pegas a ninguno, excepto a la autoconcesión de la medalla al Parlamento, no se comprende cómo entre los galardonados del 28-F no están los sanitarios. O los profesores. El heroísmo de la Medicina deja en pañales a lo de Trafalgar. Seguro que hay una explicación para ello, no creo que el Gobierno andaluz sea ni torpe ni malo. Llegará, y mientras tanto, brindo por ellos.
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