LOS balcones han sido tradicionalmente un elemento de comunicación. Se engalanaban para las fiestas grandes con mantones o colchas y en ellos se ponía un papel blanco cuando llegaba el día de San Juan para informar que estaba en alquiler. En la actualidad, los balcones son unos elementos siempre cerrados en los que es excepcional ver a una persona asomada. Menos mal que al Ayuntamiento se le ha ocurrido revitalizarlos poniéndoles una nota de color con motivo de la celebración mañana del Día de Europa. Entre hoy y mañana se sucederán numerosos actos por los más dispares rincones de la ciudad, pero por encima de todo ello -que es muy meritorio, oiga- está la presencia espontánea, colorista y comunicativa de las banderolas. Tras el trapo azul está la voluntad individual de sumarse a un proyecto, como es el de la candidatura de la Capitalidad Cultural, en el que la práctica totalidad de los cordobeses llevan arrimando el hombro desde hace bastante tiempo. Éste es uno de los principales valores y así se demuestra cada vez que se recurre a la sociedad para que apoye algo en lo que sinceramente cree. Córdoba respira hoy y mañana en azul, como proclaman los balcones de la ciudad que gritan también a los miles de visitantes que en estos floridos días de mayo visitan la ciudad que aquí se cree en un proyecto a la vez que se tiende la mano de forma generosa al resto de Europa.

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