Arañar el muro

Hay un paisaje virtual que se colorea cuando llegan las elecciones. Porque saben que son reclamos que funcionan.

Comprendo que el realismo, en demasiadas ocasiones, es una desesperación. El pueblo lo puso en piedra, cincel y martillo previos: lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible. Pero he aquí que le dan vueltas y vueltas, sobre todo en días como estos en los que se dirimen cuatro años de mandar, o de influir o de poder. Quiero hablar de lo de los pisos. ¿El derecho a la vivienda? No exactamente. Porque ese derecho forma parte de las buenas intenciones. Y la palabra derecho es como muy imperativa, que no lo es, al menos para mí, no deduce la obligación. Ocurre con varios. Y están todos en la Constitución, que sí nos parece en su conjunto imperativa. Pero tampoco. Quizá por ello encontramos varias veces en su redacción “los poderes públicos, etc.”. Es que si no, sin lo coercitivo, lo enunciativo carece de posibilidad de desarrollo y cumplimiento. Es el conjunto de las buenas intenciones del legislador. A la contraria no se podría decir. ¿Se imagina una Constitución que diga que los ciudadanos no tienen derecho a una vivienda? El derecho a la vivienda como algunos otros derechos deben figurar como realidad positiva en las constituciones, si no, no se entendería para qué o quiénes se legisla. Así que pasamos al siguiente peldaño, a los poderes públicos velarán por... En estas semanas pre electorales, que acaban siempre siendo interminables, la vivienda, como no podía ser menos, se ha puesto en el centro del debate. Y todos están prometiendo –que es gratis, no obliga– miles y miles de viviendas para los españoles. Miro los muros de la patria mía y me digo cómo pueden los españoles del salario mínimo (que han subido con tanto esfuerzo los del gobierno de Sánchez ) meterse ahí, viendo lo que están viendo con las hipotecas variables y la inflación subyacente, que parece un diagnóstico de internistas, más la cesta de la compra y la subida del Todo, que es ciertamente una ontología para echarse a llorar. Pues como tantas cosas. Hay un paisaje virtual que se ilumina y colorea cuando llegan las elecciones. Porque saben que son reclamos que funcionan. Lo saben todos. Como también saben algo parecido a lo que dicen que pasa en el campo de fútbol, que lo que pasa en el campo se queda dentro, no debe salir fuera. Así la vivienda, a batallas de amor, campos de pluma. Se quieren viviendas para los jóvenes que se quieren independizar todo lo que puedan pero se va de aquella ‘solución habitacional’ a esto de ahora. Buenas intenciones, los poderes públicos velarán, etc. Arañar el muro, dijo Sartre de las cosas imposibles.

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