Tomates y calabazas

Lourdes Chaparro

lchaparro@eldiadecordoba.com

Apaga la luz

Lo lamentable es que con el aumento de la factura eléctrica, la sociedad civil siga anestesiada

El problema ahora no es apagar la luz cuando se sale o se deja una habitación u otra de cualquier domicilio o centro de trabajo, sino que no vamos a poder encenderla cuando sea necesario porque no vamos a poder pagarla. En esta locura de la economía y la política, en la que siempre ganan los mismos, ahora nos obligan a tener que cambiar nuestros horarios y estar al servicio de las eléctricas -en esto siempre lo hemos estado, para que nos vamos a engañar- para poder adaptarnos a un precio que podamos pagar. Aunque claro, siempre está fenomenal eso de trasnochar para poner la lavadora, el lavavajillas, el secador o, simplemente, tener encendido el router. Esto en el caso de las familias o de cualquier persona, pero ¿qué pasa con, por ejemplo, los bares o los restaurantes? Si la luz se encarece, ¿también va a subir el precio del café o del pincho de tortilla?

Hay quien se pasa de frenada en aludir a quién pone la lavadora para evitar dar una respuesta contundente y no mostrar un ápice de cortesía o, ni siquiera entendimiento o explicación coherente y razonable -que la hay- frente a la vergonzosa subida del precio de la luz, que deja a millones de personas en España a los pies de los caballos. Y más, ahora en Córdoba, que llega el verano y hay jornadas en las que resulta imposible soportar el calor y hay que tirar del aire acondicionado, para el que lo tenga, o pasar unas horas en algún centro comercial al resguardo de las brasas del estío cordobés cuando no hay mejor opción.

Lo lamentable es que con esta subida de la factura de la luz, la sociedad civil siga anestesiada. Que sí, que mucho vociferar en redes, que muchos posts, críticas y comentarios hirientes, pero estamos parados y nadie ha decidido, por ejemplo, salir a la calle para protestar, que no estaría mal, que lo que vamos a pagar son precios abusivos, por si alguien no lo sabe aún o vive en otro planeta diferente al nuestro.

Horas punta, horas valle, y horas llana. Por cierto, qué casualidad que las primeras coinciden con el mayor pico de uso. Será casualidad o querencia, pero no es de recibo que estemos consintiendo esto, pero sí criticándolo y, mucho peor, cambiar nuestros hábitos por las eléctricas. Claro, que siempre nos queda salir con la ropa sin planchar, que también, sustituir los leds por velas o, venga ya, puestos a volver a la caverna, de la que muchas personas no deberían haber salido.

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