Confabulario
Manuel Gregorio González
Ultraderecha
Gafas de cerca
En unos tiempos no muy lejanos, los periódicos -de riguroso papel- cuadraban en los meses de verano sus páginas con noticias de dudosa trazabilidad y menor verosimilitud, que solían venir de muy lejos: échale un galgo auditor a un hombre lobo en Nepal que era primo del Yeti, al monstruo del Lago Ness -qué gran reclamo turístico- o a los siameses triples nacidos en algún lugar recóndito del Amazonas. Se llamaba a esas noticas serpientes de verano. Eran la cara morbosa y juguetona de un estío de lento discurrir, un divertimento inocente; un reclamo en un faldón de una página irrelevante, un entretenimiento falso, consabido por el editor y el lector. Eran agostos de apagón informativo: era el octavo un mes de verdadero descanso y ausencia de estrés, días de inmersión de la realidad entre los calores y los rompeolas, las largas siestas y los horarios cambiados para bien de la holganza y la renovación mental.
Ya lo vemos: las serpientes de verano de hoy engullen como anacondas, son inquietantes y lamentablemente verdaderas. Incendios pavorosos, guerra en Ucrania, olas de calor atribuibles a un cambio climático descarnado, amenaza de sequía hídrica y también económica, inflación galopante, pobreza energética. Para colmo de miedos, emerge una nueva guerra larvada -esperemos que sea fría- entre Estados Unidos y China por la inexplicable visita oficial de Nancy Pelosi a Taiwán, un brote de armamentismo e inseguridad global que parece haber llegado para largo. Sin embargo, la tendencia de las noticias a estimular un miedo que hace dar clics a las piezas de prensa que prometen ruina está adornada por asuntos raros, elevados a graves aunque bien puedan ser anecdóticos, o al menos localizados: la viruela del mono, la hepatitis de los niños (la inseguridad de los pequeños es la mayor generadora de zozobra paterna). No digamos la crisis del cubito de hielo, el colmo de la ridiculez.
Ya en el XXI, no se avistan platillos volantes cerca de un pueblo de la sierra, ni se escapa El Lute de los civiles, los grises o la penitenciaría: ahora se nos escapa la calma con una hiperrealidad truculenta y corrosiva para el bolsillo familiar y, peor quizá, el alma. Las vacaciones están jodidas como nunca, y no paramos de recibir alarmas ante la "vuelta al cole". Es una apuesta difícil, pero hoy más que nunca se impone la resistencia individual. No con el recurso negacionista por sistema que tanto seduce, sino siendo críticos, leyendo prensa con tus propios ojos y criterio. No a las anacondas de los veranos de la tiranía internáutica.
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