En el tejado

F.J. Cantador

fcantador@eldiadecordoba.com

Alfredo Asensi Lidón

Hace unos días quedé con el periodista y escritor Alfredo Asensi Lidón, hijo del gran Alfredo Asensi Díaz, toda una institución este último del periodismo cordobés, historia del periodismo cordobés, para ser más exactos y justos. Fue con motivo de la publicación de su novela Cuadernos de Tinder, obra cuya lectura encarecidamente recomiendo. Una ópera prima, "tragicomedia contemporánea", en sus propias palabras, arriesgada y sorprendente, que busca (y lo consigue) una extraña complicidad vital e intelectual con el lector, salpicada de desencanto, humor y lirismo. La literatura, la pintura, la música y el cine, así como el sexo y el alcohol, se filtran entre las páginas de esta obra como elementos fundamentales, en términos compensatorios, para un personaje marcado por la soledad y el escepticismo. Alfredo y yo quedamos para mantener una charla sobre su novela que acabará convirtiéndose en una entrevista que publicaré en las páginas de este periódico. Alfredo, con quien compartí muchos años de redacción como compañero de fatigas y quien siempre tuvo ese arte tan único y difícil de convertir el periodismo en literatura, me recordó al saludarme que llevábamos dos años sin vernos, demasiado tiempo, amigo Alfredo, le dije, porque departir unos minutos con él siempre es un privilegio y una lección de vida impagable. Alfredo es la cultura hecha hombre, una persona a la que yo no soy digno de desatarle las correas de sus sandalias a la hora de escribir.

El otro día, mientras hablábamos, esa conversación me retrotrajo a aquellos tiempos en los que yo soñaba con parecerme a la hora de escribir, solo una pizca a mi ídolo literario, Valle-Inclán, sin que mi vida llegara a ser un esperpento; de joven me atraía el mundo bohemio de la literatura y aunque él lo niegue, en el ADN de Alfredo hay algo de alma bohemia. Porque, aunque Alfredo defienda que él es más de Charles Baudelaire -algo que queda patente cuando se lee su novela- también tiene algo del gallego autor de Luces de Bohemia.

Cómo no lo va a tener si Alfredo es un bendito rara avis que ha curtido su envidiable inteligencia a base de duelos con la lectura. Es de esos a los que, a semejanza de grandes literatos históricos, les gusta leer y escribir -sobre todo poesía- en los bares, una costumbre que está pasando a mejor gloria. ¿Qué tendrán los bares, amigo Alfredo? Él, como su personaje principal de Cuadernos de Tinder, entiende la vida en términos de lectura y escritura, algo cada vez menos común en este mundo en el que la cultura se está convirtiendo poco a poco en algo de culto. Por eso y por muchas cosas más me gusta quedar con él, un tipo honesto, sincero a quien, insisto, no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias a la hora de escribir

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