Tiempo de castañas y de renovaciones

Hasta ahora hemos estado en las últimas del verano, como si no quisiera irse, pero por fin se ha ido, ya sí. Y ahora ya si pega comerse unas buenas castañas, calentitas, y no antes, que me entraban los sudores solo de pensarlo. Ahora sí ha llegado su tiempo, y por una vez me he alegrado de que haya llegado el frío, que vaya verano más largo nos ha tocado.

Yo siempre asocio las castañas con El Arcángel, el verdadero, que a mí no me gusta llamarlo el viejo, sobre todo después del nombre raro que le han puesto al nuevo. Y es que de las cosas que más me podían gustar en el mundo era ir al estadio a ver un partido de mi Córdoba, da igual en la división que estuviera, que las he conocido todas, y antes comprar un cartucho de castañas, en aquel quiosco con forma de tren que ponían cerca.

Será porque es un recuerdo de la infancia, pero yo no he vuelto a comer castañas como aquellas. Y el gusto que me daba tenerlas calentitas en las manos, que eso era un auténtico placer. Pero cuando llega el frío, claro, que hasta la semana pasada cualquiera se comía unas castañas calientes, que hacían el efecto al contrario, y eso no hay quien me lo pueda negar. Además, las castañas no salen tan buenas en las casas, que les falta el polvillo, el requemado de la calle, y no sé si me estoy explicando.

Se está hablando de la renovación de Iván Ania, y yo creo que es una buena noticia para todos, la verdad, porque no creo que vayamos a encontrar un entrenador mejor. Que el hombre se equivoca a veces, pues claro, como todo el mundo, pero bastante menos de lo que se equivocarían otros. Y una cosa que me gusta mucho de Ania, y no es el bigote, que le queda regular, es que nunca dice pegoletes cuando le ponen el micrófono delante, y es de agradecer, y mucho, sobre todo después de escuchar las tonterías que se escuchan.

En fin, que estamos ya por fin en tiempo de castañas, de peroles, y también de renovación de Ania en nuestro Córdoba, que se lo ha merecido a pulso el hombre, la verdad. Y que siga la racha, pero no nos esperemos para marcar hasta el minuto 100 si puede ser, que todavía tengo el corazón acelerado. Hasta la semana que viene.