Qué difícil es contar bien lo que pasa
Novillada pendiente de la radio
Tendido de Sol
Había una muy buena entrada, media plaza, en esta novillada de abono. Tiene aún más mérito en una tarde ventosa, jugando el Sevilla aunque esté en horas bajas –ya volverán tiempos de gloria– y televisándose la corrida de Madrid. Muchos aficionados optaron por quedarse en casa viendo una corrida que había despertado gran expectación tras su injustificada ausencia de la plaza de Sevilla. Los que optamos por ir a la plaza pasamos la tarde pendiente de lo que ocurría en el coso de la Maestranza y, por los móviles, en el ruedo venteño. Como suelo ocurrir, corrida de expectación corrida de decepción, nada relevante ocurrió en uno u otro ruedo.
A la novillada de Fuente Ymbro, bien presentada, con más trapío aunque parezca mentira que algunos toros lidiados en la Feria, floja, le faltó fondo en la muleta desarrollando algunos de ellos genio, que dificultó la labor de los novilleros.
Los tres novilleros estuvieron dispuestos. El triunfador fue el maño Aarón Palacio. Es el más puesto de los tres. Ya demostró sus aptitudes el año pasado, captando la atención del aficionado. Con cabeza, valiente, se los pasa muy cerca, gusta de ejecutar un toreo profundo y dominador de manos bajas que pudo ejecutar por momentos. La flojedad y los derrotes al final de cada muletazo hicieron que en determinados momentos las faenas perdieran lucidez. Destacó sobre todo, por las dificultades que tenía, en su segundo, un novillo huidizo al que supo fijar en la muleta aguantando sus violentas embestidas y, aprovechando su querencia, dar algunos pases de indudable mérito. Estuvo por encima de sus novillos. Cortó una oreja a su primero, al que mató de una estocada certera. En su segundo cortó otra oreja tras una faena larga –escuchó un aviso– y matar de un pinchazo y una estocada. Una guapa aficionada, mientras el novillero daba la vuelta al ruedo, protestaba con razón. Aunque sea una novillada no se puede dar una oreja en Sevilla tras un pinchazo y un aviso. Es lo que ocurre en una plaza y una presidencia sin criterio. Claro que si a las figuras se les han dado las orejas que se han dado en la Feria, cómo no se la van a dar a un pobre novillero.
Manuel Román, ya en vísperas de su alternativa según nos comentó un aficionado, demostró estar ya maduro para esta. En ambos novillos, nobles y faltos de fuerzas, realizó faenas aceleradas pero correctas, si bien en ambos casos pecó de frialdad, quizás, insistimos, por la condición de los novillos. En su segundo, un novillo que transmitió algo más, destacó al final de la faena en una seria al natural más templada de correcta ejecución. Mató de una estocada en todo lo alto. Como me decía esa guapa aficionada: ¿por qué se le dio la oreja en su segundo novillo a Aarón y se le denegó a Román? Mariscal Ruiz tuvo el peor lote dentro de la baja nota general, un lote a contraestilo. Alto, desgarbado, su toreo vertical y de muñeca necesita un toro que transmita y nos los inválidos que tuvo enfrente. Lo intentó, voluntarioso, en unas faenas largas en las que nunca encontró el sitio ni el temple –le cogen mucho los engaños– y que el público acabó protestando.
En el primer toro de su hermano puso un precioso par de banderillas Pedro Mariscal, matador de toros ahora banderillero que sabe lo que es triunfar en esta plaza. Recordando ese par y sus triunfos abandoné, con mucho frío, la plaza en una tarde ventosa en la que el mal juego de los novillos no nos impidió ver cosas interesantes, como casi siempre suele ocurrir en una corrida.
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