Tras la caída del 0,5% trimestral del PIB en el último trimestre de 2022, la economía alemana registró una contracción de la actividad del 0,3% en el 1T de 2023. De esta manera, si bien no se han cumplido las proyecciones que estimaban tras el inicio de la guerra de Ucrania una acusada caída del PIB en la primera parte del año, el Gobierno federal espera un crecimiento del PIB en el conjunto del año de apenas un 0,2%.

En este sentido, a pesar de que dos de los principales factores de riesgo (los precios de la energía y la reactivación de la economía china) han perdido protagonismo, la persistencia de las tensiones inflacionistas (el IPC general se situó en el 7,2% interanual en abril), el endurecimiento de la política monetaria o la mayor restricción al crédito han lastrado la confianza de los hogares y de las empresas, rebajando las perspectivas de crecimiento, especialmente en el sector manufacturero.

Unas perspectivas que, sin embargo, no comparte el Bundesbank. El banco central prevé que la normalización de la cadena de suministros, el elevado número de pedidos en cartera o la paulatina moderación de los precios favorecerá la recuperación de la industria y mantendrá el dinamismo del sector servicios.