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El Museo Arqueológico de Córdoba se encuentra de celebración por el décimo aniversario de la ampliación que lo dotó de nuevos espacios y renovadas instalaciones. La institución pudo al fin estrenar el 31 de enero de 2011 un edificio para mostrar una parte de su colección a la espera de que el Gobierno central restaurara el Palacio de los Páez de Castillejo, su histórica sede, que después de diez años sigue cerrada al público. Esto hace que solo se pueda exponer un 1% de los ricos fondos con los que cuenta el museo. Aquí hacemos una selección de las piezas más singulares que guarda en sus extraordinarias colecciones, declaradas Monumento Histórico Artístico junto al Palacio en 1962.
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Subsisten escasas representaciones de Mitra –dios Sol de Persia cuya adoración se difundió más tarde en la India y el Imperio romano–, por lo que el grupo escultórico que guarda el Arqueológico de Córdoba es excepcional, ya que es la única pieza completa y en bulto redondo conocida en la península Ibérica. Procede de la llamada Villa del Mitreo, en las afueras de Cabra, y se halló en una fuente. La mayoría de los autores coinciden en que debió de ser usado como elemento de culto en el altar de algún mitreo (templo dedicado a este dios). Está fechada en la segunda mitad del siglo II y representa a Mithras sacrificando al toro como símbolo del ciclo de muerte y resurrección: de la sangre purificadora que brota del toro bebe el perro, fiel amigo de Mithras, que guarda el alma; mientras la serpiente produce las plantas y del alacrán surgen los animales y los hombres.
En el primer tercio del siglo IV está fechado el sarcófago paleocristiano hallado en Cruz de Juárez y que se puede ver en el museo. Se trata de una una pieza con decoración figurada en el frente principal y en los laterales con escenas que se inspiran en la Biblia: el sacrificio de Isaac, la negación de Pedro, la multiplicación de los panes y de los peces, Adán y Eva en el Paraíso y el milagro de la piedra de Horeb de Moisés. También se pueden apreciar escenas de la leyenda de Jonás. Presenta mutilaciones en los rostros de los personajes que se vinculan a procesos posteriores.
La Afrodita agachada es una de las piezas más simbólicas del Arqueológico y se ubica en un lugar destacado del recorrido museográfico. Se trata de una escultura romana –datada entre los años 138 y 192– copia de otra realizada por el escultor griego Doidalsas de Bitinia. De hecho, para tallarla se utilizó mármol blanco griego de la isla de Paros. La obra muestra a Afrodita (la diosa de la belleza y el amor) desnuda y agachada, probablemente recibiendo agua en la espalda durante el baño o mirando su reflejo en el agua de un estanque. Fue encontrada durante una excavación arqueológica en la calle Amparo (cerca de la Ribera) y todo parece indicar que estaba originalmente destinada a decorar alguna construcción relacionada con el agua, como unas termas o una fuente.
La Capilla de San Bartolomé, en la actual Facultad de Filosofía y Letras, es el lugar de procedencia del conjunto de azulejos del siglo XV que expone el Arqueológico. Los azulejos están realizados con la técnica de reflejo dorado, que alcanzó gran desarrollo en época nazarí entre los siglos XIII y XIV. Su peculiaridad radica en sus tonos ocres y cobrizos que resultan del uso de la plata en los pigmentos. Las escenas figuradas han sido interpretadas como alegorías de los sentidos, o bien escenas cotidianas de amor cortés, caza o festejos.
Otro de los tesoros de la etapa romana (en concreto, de la época de Augusto) es la Dama romana, una estatua femenina que viste chitón (prenda similar a una túnica) e himation (una especie de chal) muy ceñidos. La obra –datada entre los años 24-14 a.C– se encontró en la calle Ángel de Saavedra y en ella el escultor plasmó a la perfección y con gran belleza la técnica de los paños mojados, lo que permite observar la anatomía femenina. Los expertos destacan que sigue las líneas marcadas por las esculturas tardoclásicas y helenísticas de la escuela de Éfeso.
Sin duda, una de las obras más singulares del museo es el Capitel de los músicos, una pieza única en el mundo que destaca especialmente por su decoración figurativa y que data de época califal (finales del siglo X - inicios del siglo XI). En el mundo andalusí, las representaciones figurativas estaban restringidas al ámbito privado, por lo que el hecho de que los cuatro costados del capitel estén decorados con figuras humanas sitúa esta pieza posiblemente dentro de una de las almunias o fincas de recreo que rodeaban la ciudad. Cada uno de los laterales del capitel tiene como decoración principal la figura de un músico representado de frente y con un instrumento; tres de cuerda y uno de viento. Las cuatro figuras humanas están decapitadas, lo que se ha vinculado con las tensiones iconoclastas que se produjeron en la etapa de mayor rigor religioso, durante las invasiones norteafricanas de almorávides y, sobre todo, almohades (s. XI y XII, respectivamente). Se encuentra en depósito en el Arqueológico desde 1980.
Tallado en piedra caliza, el grupo escultórico de La Anunciación está formado por dos esculturas que representan el momento en el que se aparece el Arcángel Gabriel a la Virgen María para anunciarle su futura maternidad. Por su estilo y temática, estas piezas de gran calidad de ejecución se han fechado en la segunda mitad del siglo XV, encuadrándose dentro de la corriente del gótico europeo de carácter humanista. Son de autor desconocido y fueron concebidas para adosarse a un muro, por lo que están trabajadas solo en tres de sus frentes y tienen incorporada una argolla de hierro en la parte trasera. Originariamente las esculturas proceden del desaparecido Hospital de la Encarnación de Nuestro Señor Jesucristo, situado en la actual calle Alfaros. En la actualidad no está expuesto.
Un yamur es el remate de esferas que culminaba los alminares de las mezquitas. El que se exhibe en el museo cordobés es del siglo X, está hecho en hierro y latón y se encontró en Alcolea. Posteriormente, se le instaló una veleta rematando el vértice con una cruz con tres patas finalizadas en flor de lis, lo que significa que fue reutilizado con el cambio de culto de mezquita a iglesia cristiana. Es un objeto que, además de ser decorativo, tiene una función protectora y un fuerte componente simbólico ya que representa los distintos cielos de la religión musulmana.
Hallado a principios del siglo XX a seis kilómetros de Nueva Carteya, este león hecho en piedra caliza data de época íbera (siglo IV a. C). El león es el animal más representado en esta cultura y estaba destinado a proteger las sepulturas de personajes poderosos o delimitar territorialmente espacios. Suelen representarse con la boca abierta, con grandes colmillos entre los que asoma la lengua. Esto es, tienen una actitud amenazante ya que cumplen una función clara: ahuyentar a los malos espíritus o a los saqueadores de tumbas. Estas representaciones estaban dotadas además de un cierto carácter mitológico, casi fantástico, ya que en esa época estos animales no vivían en estado natural en la península Ibérica.
En 1938 se halló en la calle Valdés Leal un tesoro fechado entre los siglos VI y VII compuesto por tres brazaletes de oro, dos pendientes de oro y piedras preciosas, un anillo de oro, cuatro cuentas de collar y un collar incompleto de oro y piedras preciosas. Aunque por sus características parece de época romana, se encontró en un contexto arqueológico claramente visigodo. La pervivencia de los modelos romanos confirma la romanización de la sociedad visigoda, aunque, en este caso, se desconoce si se trata de piezas heredadas de antecesores. En la actualidad no está expuesto.
Por su antigüedad y buena conservación, el vaso cerámico hallado en la Cueva de los Murciélagos de Zuheros es una de las piezas más destacadas del museo. Está fechado en el Neolítico, entre el 4300 y el 3900 a.C. y presenta una decoración a la almagra, un colorante rojizo arcilloso obtenido del óxido de hierro. Esta técnica decorativa era conocida en etapas anteriores, pero no había sido nunca claramente fechada en yacimientos neolíticos. La Cueva de los Murciélagos no fue explorada hasta 1938 y no recibió los primeros trabajos arqueológicos hasta 1962, aunque era conocida desde 1868 a través de la obra Antigüedades Prehistóricas de Andalucía, de M. Góngora y Martínez.
Esta ménsula o clave de arco realizada en mármol fue encontrada en la calle Osario y data del siglo II. Está decorada en su cara frontal con una figura femenina, prácticamente exenta, que representa una Victoria alada (diosa que personifica el triunfo). Por sus dimensiones y morfología, los expertos señalan que correspondería a la clave (dovela o pieza central) de un arco monumental. Esta hipótesis viene avalada por el hecho de que en el lugar de su hallazgo se ubicaba el cardo máximo (calle principal del eje norte-sur en las ciudades romanas), en un punto muy cercano al Foro, lo que demuestra la existencia de un arco honorífico que daba acceso a este recinto.
Esta es una de las piezas que se encuentran en mejor estado de conservación de las 12 halladas en la plaza de Chirinos y depositadas en el museo en 1956. Se trata de un brasero poligonal de seis lados que descansa sobre seis patas de sección circular. Tiene varias incisiones cúficas en árabe normalizado: baraka kamila (bendición completa), (c)afiya da¿ima wa-nu(c)ama (salud perpetua y gracia), barakat al-hamid li-malik-hi (la bendición del Alabado para su poseedor) y baraka kamila (bendición completa). Es del siglo XII y está hecho con una aleación de bronce, azófar y latón.
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