La sociedad cordobesa despide a un gran erudito de la ciudad
Amigos y representantes institucionales acompañan a la familia del profesor, cronista y escritor Miguel Salcedo Hierro
Numerosas personalidades de la sociedad cordobesa acompañaron ayer a la familia de Miguel Salcedo Hierro en la despedida de este "cordobés de lujo, amigo, profesor, cronista y excelente marido", como recordó el sacerdote que presidió la misa en la iglesia de la Trinidad. Amigos y representantes institucionales llenaron este templo para dar su último adiós y agradecer la labor que ha desarrollado durante décadas el cronista oficial de Córdoba, la memoria de la ciudad, un luchador incansable por las artes y defensor de las costumbres.
Uno de sus máximos logros para el mundo de la cultura, además del impulso para el desarrollo de los estudios de Arte Dramático en la ciudad, fue la salvación del Gran Teatro de su derribo en 1976, cuando Salcedo Hierro ocupó el cargo de concejal de Cultura en el Ayuntamiento predemocrático. Tan significativo fue este hecho para él, tanto adoraba a las artes escénicas, que uno de sus últimos deseos fue que su coche fúnebre se acercase hasta el coliseo para despedirse de él. Otro fue vestir la túnica de la hermandad de Las Angustias en este último viaje.
Allí estaban para dar su último adiós a esta figura de la sociedad cordobesa el alcalde, Andrés Ocaña; el primer teniente de alcalde y delegado de Cultura, Rafael Blanco; la ex alcaldesa y consejera de Obras Públicas, Rosa Aguilar; el director del Conservatorio Rafael Orozco, Juan Miguel Moreno Calderón; la directora de la Escuela de Arte Dramático, Ángeles Moya; el director de la Real Academia, Joaquín Criado Costa; y el presidente del PP en Córdoba, José Antonio Nieto, entre otros muchos.
Ayer, con el toque de las campanas de la Trinidad, comenzaba la última crónica de Salcedo Hierro. Con él se va una parte de la memoria de Córdoba, el último erudito, un personaje clave que pasará a la historia de esta tierra que tanto adoró e impulsó.
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