“Quiero que cada fantasía parezca una historia”

Mapa de Músicas | Sara Ruiz. Violagambista

La violagambista madrileña Sara Ruiz presenta en el sello Challenge su grabación de las 12 fantasías para viola de Telemann, una cumbre del Barroco para su instrumento

La violagambista Sara Ruiz (Madrid, 1977). / Lorena Oliver
Pablo J. Vayón

17 de agosto 2025 - 06:09

Sara Ruiz Martínez (Madrid, 1977) se formó, entre otros, con Ventura Rico en Sevilla y durante cuatro años con Vittorio Ghielmi en Lugano, consolidándose como una figura esencial de la viola da gamba en España. Tras colaborar con ensembles de primer nivel internacional y fundar su propio grupo, La Bellemont, hoy compagina su labor docente en el Conservatorio Superior de Música de Vigo con su intensa actividad concertística. Su nuevo disco, recién salido al mercado el pasado jueves, ofrece una interpretación personal y profunda de las Fantasías para viola da gamba de Telemann, una obra redescubierta hace apenas una década, que revolucionó el panorama del instrumento.

–Grabó este disco en 2018, ¿por qué ha tardado siete años su publicación?

–La verdad es que no tengo una razón muy clara. La pandemia influyó, sin duda, pero después... creo que perdí el impulso inicial. El proceso de grabar un disco es muy intenso para mí, desde la selección del repertorio hasta la grabación misma. Una vez terminado, necesito un tiempo para distanciarme. Además, siempre me encargo personalmente de la selección de cortes, lo cual requiere tiempo y concentración. Empecé a editarlo durante la pandemia, pero el proceso se alargó más de lo esperado.

–El repertorio estaba claro esta vez: las Fantasías de Telemann, que estaban recién descubiertas. ¿Esperaba realmente que pudieran aparecer?

–Lo más reseñable fue saber que existían y que se habían perdido. Si hubieran aparecido de forma sorpresiva, habría sido un shock, pero el hecho de saber que habían estado perdidas le dio más fuerza al descubrimiento. Llegados a 2015, uno piensa que si algo así no ha aparecido ya, es que no lo hará. Yo especulaba con la idea de que había menos copias de las fantasías para viola que para otros instrumentos, dado que en 1736 la viola da gamba ya estaba pasada de moda. Cuando aparecieron, fue una sorpresa enorme. Fue mi amigo Alfonso Sebastián el que me avisó, y me conmocionó. El ejemplar que se encontró pertenecía a la colección de Eleonore von Münster, una poetisa probablemente aficionada a la viola da gamba. Su colección pasó de mano en mano hasta llegar a la Biblioteca Estatal de la Baja Sajonia, donde un musicólogo y un bibliotecario la encontraron en 2015.

La Condesa Eleonore von Münster (1734-1794) en cuya biblioteca se preservó un ejemplar de las Fantasías de Telemann. / D.S.

–Su registro es de 2018, cuando estas obras no tenían aún una tradición interpretativa detrás. ¿Cómo afrontó el reto de tocar esta música, además para dejar testimonio de ella, sin referencias previas?

–Para mí, eso fue lo más fascinante. Lanzarte a tocar una música sin referencias es algo único. Las referencias son la base de nuestra forma de tocar, para bien y para mal. Un compañero me contaba el otro día que Enrico Gatti le dijo que le cuesta tocar ciertas obras porque no puede desprenderse de las referencias interpretativas, incluso las de su infancia. En mi caso, estudiar esta música sin referencias fue totalmente positivo. Las fantasías aparecieron en un momento en que yo me encontraba en un estado de madurez musical y vital, y eso fue fundamental. Pude decidir cómo tocarlas, mezclando lo que ya conocía musicalmente, mis referencias, mi estudio de la viola y mi propia manera de tocar. Con la primera edición que se difundió de las obras, se editó un CD de Thomas Fritz, el violagambista que las descubrió, pero no lo quise escuchar para partir de un terreno por completo virgen.

–Después han aparecido algunas grabaciones, que me imagino que sí habrá escuchado.

–Exactamente. Desde entonces he escuchado los discos de Paolo Pandolfo y de Robert Smith. Fue fascinante darme cuenta de cuántas cosas eran comunes y cuántas no. Esas cosas comunes te conectan con otros músicos. Personas que tocan tan diferente de ti comparten contigo algunas cosas, cosas que nos pertenecen a todos, que vienen de la tradición interpretativa, de los tratados, la lectura, el estudio, todo...

–La Alemania de la época era un gran crisol de tradiciones musicales, ¿cómo se refleja esa realidad en esta colección?

–Telemann no tiene complejos a la hora de escribir ni una etiqueta clara. Tan pronto compone de una forma alemana, seria y tradicional, y ahí están las fugas para demostrarlo, como que se sale de ese estilo y empieza a escribir a la francesa o a la italiana. La música alemana pura está, el sabor a la música francesa está en la elección de formas y en el tratamiento de la viola, y la influencia italiana, para mí, es la más fuerte. En ese momento en Alemania estaba de moda lo francés. Y de hecho, Telemann titula las fantasías en francés y las dedica a un empresario alemán de origen francés. Hay una clara intención de seguir imitando el estilo francés, aunque creo que en ello también hay un espíritu comercial detrás. Pero en realidad lo principal de la colección es italiano. Hay detalles franceses, una especie de atmósfera a la francesa, pero la escritura no es francesa, no se nota para nada la música de Marais. Lo que se nota es la influencia de Corelli, el compositor más difundido del siglo. Su influjo llega a todos los alemanes de la época de forma muy clara. Schenk, por ejemplo, del que Telemann también toma cosas, imita las formas corellianas por completo. Y eso está también en Telemann.

Georg Philipp Telemann (Magdeburgo, 1681 – Hamburgo, 1767) / D. S.

–¿Qué aporta su visión de esta música?

–Creo que algo muy diferente a otras versiones. Es cierto que aún no hay demasiadas grabaciones, y pocas de nombres de gran referencia, quizás solo el de Pandolfo, aunque yo creo que hay que escuchar a todo el mundo. Mi visión es sobre todo dramática. Esta música, como toda la barroca, está escrita siguiendo la teoría de los afectos: es decir se intenta transmitir emociones, sentimientos, ideas, y eso está muy marcado en esta colección, hasta rozar en algunos casos la intención descriptiva. El hecho de que Telemann elija doce tonalidades diferentes, una para cada fantasía, tiene ya mucho de esta intención. Yo quería que cada una pareciese una historia independiente que se desarrolla en un espacio concreto, en un teatro, cada una con un decorado distinto. La forma fantasía te concede una libertad retórica que no te permiten otras formas. Los primeros movimientos, que son más largos, no están sujetos a ninguna forma especial, sino que son libres. Y es ahí donde Telemann despliega muchísima fantasía a la hora de componer. Compone como si el intérprete fuese un actor que sale al escenario y le cuenta a alguien una historia que no está escrita de una manera estricta, y eso nos permite ciertos márgenes de improvisación. Esa forma de escribir tan libre y tan declamada permite al intérprete tocar como si estuviese declamando un texto. Yo soy muy fanática de la retórica musical y la interpretación retóricamente informada, y creo que en este disco eso lo he explotado de forma abundante.

–¿La colección está grabada con la viola con la que sale abrazada en la foto?

–No, esa es una foto actual, y se trata de una copia del instrumento original con el que la grabé, una viola de la escuela austriaca de principios del siglo XVIII que tuve en préstamo durante doce años. Cuando tuve que devolverla, el lutier sevillano Pablo Fernández Romero me hizo una copia, que es la que puede verse en la foto.

–¿Cómo le va en Galicia, compaginando la docencia con la actividad concertística?

–En Galicia toco poco, porque no hay un circuito de música muy amplio. En los últimos 15 años han desaparecido además muchas cosas buenas que estaban aquí instaladas. Empecé a dar clase en Vigo en 2015, y ahora que lo pienso, uno de los motivos por los que el disco se ha retrasado es ese. La docencia te exige mucho. Tengo en mente una frase que le escuché decir a Wieland Kuijken: una clase de viola se tarda 10 años en construirla. Desde que empecé a dar clase aquí, he estado muy volcada en la enseñanza. Ahora mi intención es intentar que la maquinaria funcione por sí sola y poder también reflotar un poco la carrera como solista, aunque no la he abandonado nunca. Tengo otro disco pendiente de sacar con La Bellemont, con las Suites de Couperin. Con el grupo tenemos ahora otros proyectos inminentes. También acabo de grabar con Alejandro Casal las Sonatas de Bach. Y luego mantengo otros proyectos a largo plazo, en los que quizás pueda centrarme un poco más desde ahora.

–¿Cuáles son esos proyectos?

–Aquí en Vigo me he metido en un par de proyectos pedagógicos y sociales que creo interesantes. Desde 2018 estoy trabajando en la idea de formar nuevos gambistas en Vigo, con niños muy pequeños, desde los cinco años, y eso me llevó a crear una especie de escuela en la que mis propios alumnos, con mi supervisión, se encargan de la formación de los más pequeños. Además colaboro con una compañera que montó en Vigo una orquesta infantil tomando el modelo del Sistema de Venezuela e involucrando a muchos niños con serias necesidades de apoyo social. Es una acción muy bonita. Y esa orquesta, que se llama Son das Flores, tiene una sección de violas da gamba; es la única orquesta en el mundo con una sección de violas da gamba.

Telemann. Fantasías. Sara Ruiz (Challenge)

La ficha

GEORG PHILIPP TELEMANN

Fantaisies pour la basse de violle

Georg Philipp Telemann (1681-1767): 12 fantasías para viola da gamba sola: Fantasía nº1 en do menor TWV 40:26 / nº2 en re mayor TWV 40:27 / nº3 en mi menor TWV 40:28 / nº4 en fa mayor TWV 40:29 / nº5 en si bemol mayor TWV 40:30 / nº6 en sol mayor TWV 40:31 / nº7 en sol menor TWV 40:32 / nº8 en la mayor TWV 40:33 / nº9 en do mayor TWV 40:34 / nº10 en mi mayor TWV 40:35 / nº11 en re menor TWV 40:36 / nº12 en mi bemol mayor TWV 40:37 [c.1735]

Sara Ruiz, viola da gamba

Challenge

EL CD EN SPOTIFY

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último