Rojo. Crítica de teatro

Más allá del color

Ricardo Gómez y Juan Echanove, en el Gran Teatro

Ricardo Gómez y Juan Echanove, en el Gran Teatro / Juan Ayala

Después de ser aclamado por público y crítica norteamericana, conseguir seis premios Tony y representarse en numerosos países, Rojo aterriza los escenarios de nuestro país con la traducción de José Luis Collado, protagonizado por Ricardo Gómez y Juan Echanove, quién asume también la dirección.

El texto de John Logan nos habla del eterno conflicto que sufre el artista con su obra cuando la creación se desvirtúa al prostituirse y la transgresión desvanece en favor del mercado, al tiempo que las nuevas tendencias amenazan con imponerse a conceptos pasados de moda.

En esta encrucijada se encuentra el protagonista de la obra. Mark Rothko, artista que junto a Jackson Pollock lideró el expresionismo abstracto en Estados Unidos, acepta pintar unos murales qué decorarán las paredes de un famoso restaurante en Nueva York. Para realizar el encargo contrata a Ken, un joven ayudante con aspiraciones artísticas. A lo largo de los 2 años en los que transcurre la acción, ambos personajes compartirán con el público sus visiones del Arte unidas a algunas experiencias vividas.

La relación inicial en la que sólo cabe el criterio del veterano artista progresará hasta que el ayudante adquiera el peso suficiente que desequilibre la balanza, superando la tiranía del maestro para sentirse escuchado. Logrado ese momento, Rothko empuja a Ken a que busque su propio lenguaje, lejos del estudio donde el viejo pintor permanecerá inmóvil ante una creación que como al inicio no consigue aún vislumbrar. El magistral texto de Logan cae en manos expertas para su representación en los escenarios españoles.

La traducción impecable de Juan Carlos Collado y la cuidada escenografía de Alejandro Andújar allanan el camino para la interpretación de Juan Echanove y Ricardo Gómez. El joven actor sostiene un personaje difícil con la solvencia suficiente para no ser engullido y sabe aprovechar los breves momentos que adquiere protagonismo demostrando fuerza. Lo de Juan Echanove es harina de otro costal. Gesto y voz se acoplan para confeccionar una interpretación colmada de matices en cada expresión, tejiendo un personaje física y psicológicamente soberbio.

El único punto desfavorable son las prolongadas pausas a oscuras entre escenas y la falta de amplificación de la voz que por momentos exige afinar el oído, más aún si debemos esquivar el repertorio de tosidos propiciados por la estación y la poca vergüenza de quienes por despiste o ignorancia no silencian el móvil. Pese a estás puntualizaciones, el público ovacionó en pie y largamente el buen trabajo que la pareja desplegó sobre la escena.

¿Qué es más importante para un artista? ¿Vivir para el Arte o vivir de él? Muchas veces estas ideas se enfrentan cuando advertimos que la profesionalidad está al servicio de la clientela. Es ahí donde el artista debe esforzarse para satisfacer a quien paga sin renunciar a sus principios. Sea como sea hay que llenar la olla. Y lo saben.

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