Música

Pablo López, intimidad y poesía para despedir agosto en Córdoba

  • El cantautor malagueño y su piano brillan en la Axerquía en la primera jornada del 'Cabaret Festival'

Pablo López, en el concierto de la Axerquía en Córdoba.

Pablo López, en el concierto de la Axerquía en Córdoba. / Juan Ayala

La nueva normalidad no está tan mal. Es nueva, y como tal necesita de un periodo de adaptación que en los tiempos de carreras y prisas, no siempre es posible. Pero si uno se para, se detiene junto al reloj, todo puede ser mejor de lo que aparenta. Algo así es lo que intentó -y consiguió- Pablo López en su regreso a Córdoba, en una actuación intimista, como las que ahora inundan el panorama musical por este virus que ni la música es capaz de amansar, que inauguró el Cabaret Festival que hoy cerrará el palmeño Antonio José.

Tras verse obligado a aparcar su gira Unikornio, el cantautor malagueño decidió subirse a su piano para girar por toda España en verano. Y para culminar agosto, llegó a Córdoba para brillar con luz propia en el Teatro de la Axerquía, un escenario que otras veces había vibrado con sus canciones; esta vez tocó disfrutar, masticar sus letras y su poesía, deleitarse con sus acordes, y dejarse arrastrar por las olas dibujadas por López, a caballo entre sus éxitos primeros y los temas de su último disco.

López, piano y voz, como se llama la gira, evoca desde el nombre todo lo que uno se puede esperar cuando se sienta ante este artista, uno de los más importantes del actual panorama nacional por méritos propios. Con las luces haciendo el acompañamiento que normalmente le presta su banda, esta vez aparcada por imperativos a los que no se puede hacer frente, Debería, Mariposa, Te espero aquí, El camino o Dos palabras levantaron de sus asientos a los asistentes.

Un público, que no llenó la Axerquía, que pudo participar del desparpajo, la simpatía y la improvisación de un cantautor que siempre suele dejar una parte abierta de su actuación, para tirar de emoción, para dejarse ir. En Córdoba también lo hizo para terminar de desprender calor y pasión en una noche íntima y poética, de esas que regala esta nueva normalidad que, bien entendida, te permite sentarte al lado de Pablo López, y charlar con su piano y su voz, dejando volar la imaginación para dibujar un futuro mejor que, seguro, está por venir. Pero de momento, cierren los ojos y vuelen...

“Es la quinta vez que estoy aquí, y es un orgullo”, dijo el artista en mitad de Mariposa, que cantó con la compañía del público como coro. Y recordó, con humildad, que el segundo concierto de su vida fue en septiembre de 2013 en Góngora, y apenas vendieron 36 entradas. “Y con hoy no hay diferencias. Aquí siempre pasaron cosas, nacieron cosas, hasta mi acento. Así que pídanme cosas y hagan lo que quieran conmigo”, se entregó a su público de manera generosa. Y de pronto empezaron los acordes de El patio y ese No soy más que un niño con los pies descalzos. Pura emoción.

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