Los Mojigatos | Crítica de teatro

Que no se apague la llama

Gabino Diego y Cecilia Solaguren, en una escena de 'Los mojigatos'.

Gabino Diego y Cecilia Solaguren, en una escena de 'Los mojigatos'. / Javier Naval

Recibimos la segunda primavera pandémica con perspectiva diferente a la anterior, algo más conocedores de lo que tenemos encima (no mucho) e intentando llevar una vida restrictivamente normal. Ese es el propósito de toda persona que acude al teatro cada vez que se brinda la oportunidad y el IMAE, una vez más, lo hizo posible con Los Mojigatos, obra del dramaturgo escocés Anthony Neilson estrenada en 2018 que Magüi Mira se ha encargado de adaptar a al castellano.

El texto de Neilson nos habla de esas cosas que suelen aparecer con el transcurso del tiempo en toda pareja que se considera como tal. Para ello, nos presenta a Ella y Él, dos personas maduras, abiertas y sinceras con una relación consolidada en años y al mismo tiempo estancada por no resolver sus 14 meses de abstinencia sexual.

Aunque por separado cada uno es capaz de lograr satisfacción, entre ellos ha surgido una barrera invisible que impide practicar sexo juntos. Con el propósito firme de romper con esta circunstancia que les ha convertido en dos mojigatos, deciden hacerlo en vivo y en directo ante el público asistente.

A lo largo de los 80 minutos que dura el acto compartirán todo menos lo que en principio nos dijeron que iban a realizar. Ambos pondrán al desnudo su relación e ilustrarán al respetable el devenir de acontecimientos que han transformado su convivencia en dicotómica. Entre risas, nos brindarán momentos para todo un abanico de emociones y sentimientos encontrados, capaces de llevarnos de la alegría a la tristeza o la ternura.

Con la necesidad de plasmar justo lo que se desea, Magüi Mira firma la versión al castellano y toda la puesta en escena. Lo realiza con gran simplicidad gracias a la riqueza que el texto proporciona y para que cobre vida no ha podido encontrar a mejores mojigatos que la pareja formada por Cecilia Solaguren y Gabino Diego; tanto que después de verlos actuar resulta imposible pensar en un dúo diferente para interpretarlos.

Cecilia y Gabino respiran para y por sus personajes. Juntos acompañan al espectador por este precioso camino que elaboran en comunión permanente y que no podemos abandonar desde el primer paso que dan sobre las tablas hasta el último.

Confianza, comprensión, cariño, sinceridad, sexo… ¿Cuál es el secreto de la felicidad en pareja y su durabilidad? Si cada persona es un mundo, mantener dos en perfecta sintonía para que sus órbitas giren sin colisionar resulta un trabajo complejo que requiere calibración diaria, esfuerzo y voluntad. El amor tiene esas cosas.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios