Toros

Finito de Córdoba y José Mercé conquistan Lucena: la estética y la belleza ante todo

  • El diestro cordobés indulta un 'fuenteymbro' bajo los sones del cantaor jerezano

Finito de Córdoba y José Mercé abandonan sonrientes el Coso de Los Donceles.

Finito de Córdoba y José Mercé abandonan sonrientes el Coso de Los Donceles. / Miguel Ángel Salas

Una corrida flamenca. Así se anunció esta singular corrida en Lucena, con motivo de sus Feria del Valle. Fueron muchos los puristas que pusieron el grito en el cielo. La defensa de la tradición argumentaron desde que el pintoresco cartel fue presentado. Cierto es que el concepto del espectáculo no se podía ceñir al esquema tradicional de los toros, pero también es verdad que esta fiesta, que conserva un esquema decimonónico, necesita de una evolución que sea capaz de atraer al público a ocupar los tendidos de una plaza.

Y el público no respondió. Menos de media plaza. Los tendidos de sol tuvieron una muy pobre entrada. La sombra sí se cubrió de manera aceptable. El ambiente, eso sí, era muy favorable a vivir algo único y novedoso. Finalmente, entre unas cosas y otras, la tarde resultó entretenida. Hubo pasajes emotivos, bellos, rutilantes. Pasajes que hicieron que el público congregado en el coso lucentino vibrara, sacudido por el buen toreo, amenizado por unos buenos cantes.

Para contar lo ocurrido hay que despojarse de todo lo ortodoxo que pueda rodear la fiesta de toros. Hay que mirar los sentimientos, la sensibilidad, las estremecimientos, aquello que es capaz de conmovernos sin saber un motivo claro. ¿Fue una tarde redonda en Lucena? Pues no, faltaron muchas cosas, pero hubo otras que las suplieron y saciaron las ganas de diversión de todos aquellos que acudieron a la llamada de algo novedoso e innovador.

A estas alturas de su carrera, no somos nadie para censurar nada a Juan Serrano. El torero cordobés, sin estar redondo, estuvo cumbre. Con capotes de seda, sin aprestar, sueltos, volátiles, soñó el toreo a la verónica, especialmente en el segundo de la suelta. Se adornó en recortes, adornos, remates. ¡Qué torero!

Finito dibuja un pase a uno de los toros de la tarde. Finito dibuja un pase a uno de los toros de la tarde.

Finito dibuja un pase a uno de los toros de la tarde. / Miguel Ángel Salas

Todo brotó sencillo, natural, sin artificio, con sensibilidad, gustándose y gustando. Un torrente de buen gusto y con una disposición añadida que hizo vibrar tanto a sus seguidores como al público congregado en los tendidos, e incluso a aquellos aficionados que aún conserven la sensibilidad para reconocer la belleza. Con la muleta mantuvo el mismo son que con la seda capotera.

Sin lugar a dudas la faena más compacta fue la realizada al segundo de la tarde. Un trasteo en el que primó sobre todas las cosas el oficio puesto al servicio de la estética. Indescriptibles los muletazos de mano baja, tanto con la diestra como al natural, con la izquierda. Los ayudados por bajos fueron pinturas de añejos carteles.

El temple y el buen gusto fueron común denominador, no solo en la faena más redonda de la tarde, sino también en las otras, que aunque con menos rotundidad, tuvieron ese marchamo de la torería de toda la vida, la hermosura de lo clásico y sobre todo poner en valor a un torero que no hay que descubrir, pero que el sistema actual esta marginando de forma despiadada, sin comprender los motivos. Finito es un torero artista, con sensibilidad, pero con un oficio y conocimiento de su profesión admirables.

José Mercé, en pleno cante desde el tendido. José Mercé, en pleno cante desde el tendido.

José Mercé, en pleno cante desde el tendido. / Miguel Ángel Salas

Mientras Finito se rompía sobre el albero, José Mercé lo hizo con su cante. Con su voz gitana y rota, con aromas a las viejas corralas jerezanas. Mercé cantó por fandangos, soleá, alegrías, tanto de Cádiz como de Córdoba, e incluso hizo un breve guiño a la zambra caracolera. El artista jerezano tampoco defraudó a nadie.

Al finalizar el festejo, los dos artistas abandonaron el coso sonrientes, rodeados y agasajados por el público que, gracias a ellos, disfrutó de una bonita tarde de toros. Un nuevo espectáculo, novedoso y singular.

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