Un discurso que no se renueva

A. A.

14 de enero 2011 - 05:00

Resulta poco alentador que a estas alturas, a cinco meses de la designación final y después de conocer la valoración que el jurado hizo el pasado octubre de la candidatura cordobesa, aún no haya calado en determinados ámbitos la idea de que el proyecto de la Capitalidad debe ir acompañado necesariamente de una renovación de los discursos y argumentos de proyección de la ciudad. El jurado pidió a Córdoba expresamente que exhiba su modernidad, que muestre con más claridad y convicción su vinculación con la contemporaneidad y sus estrategias de conexión con el continente del que quiere ser Capital Cultural. Que no centre en el patrimonio y la Historia un proyecto cuya dimensión de futuro exige la activación de nuevos códigos. Que concrete un enfoque de desarrollo que permita valorar la Córdoba del siglo XXI a partir de una renovada visión de la ciudad que pueda sugerir un caudal distinto y más expansivo de propuestas, riquezas y potencialidades. Nada de esto se percibe en los dos vídeos que ayer proyectó la Consejería de Turismo en Córdoba, convencionales, carentes de originalidad, irrebatiblemente tópico el primero como sucesión de estampas bonitas con fondo flamenco, acusadamente simplista el segundo en su vocación pedagógica y su tono coloquial. En los dos, el pasado se erige como supremo protagonista. No es esto, no es esto.

No hay en los vídeos que se van a ver por toda Europa renovación del discurso, de los argumentos. No surge de ellos la imagen, el esbozo, la promesa, la intuición de lo que el jurado quiere ver. Aparece la Córdoba de siempre, ya sabida y contada. La que pone "el vello de punta" a Rafael Cremades y hace afirmar al presidente Griñán que esta ciudad "no tiene comparación" (sic). Esa Córdoba gloriosa que, según Griñán, levantó Medina Azahara en una época "en la que en los países del norte sólo se construían dólmenes" (sic). Y que "ha participado en todos los desafíos históricos contemporáneos" (?). Con estos vídeos, con estos argumentos, la Junta está convencida de que va a "asombrar al mundo". Como la conjunción planetaria de Leire Pajín, pero en otro nivel.

Renovar el discurso es también exiliar el tópico, moderar el elogio, ajustar el adjetivo, respetar la inteligencia del que escucha. Y no hacer el ridículo.

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