Contra cualquier retirada
A sus 92 años, Alicia Alonso se mantiene activa con el Ballet Nacional de Cuba, que el sábado presenta en Córdoba 'Shakespeare y sus máscaras'
A sus 92 años, Alicia Alonso sigue dirigiendo el Ballet Nacional de Cuba con montajes como Shakespeare y sus máscaras, que se representa el próximo sábado en el Gran Teatro de Córdoba (20:30, con las localidades ya agotadas) dentro de su gira española. En 1993, hace ya dos décadas, Alonso afirmó que dejaría el ballet cuando no pudiera dar más de sí y sostenía que mientras pudiera seguir dedicándose a su trabajo tenía "el deber" de hacerlo; hoy, superados los 90, sigue con la misma fuerza que en su juventud, y regresa a España al frente de su compañía.
La formación, que acaba de estar en Granada con uno de los montajes más emblemáticos de la danza del siglo XX, Coppélia, con coreografías de la propia Alonso para la inmortal música que compuso Leo Delibes a partir del célebre cuento El hombre de arena de E.T.A. Hoffmann, presentará en Córdoba la historia de un vendedor de sueños que transporta al espectador al mundo de la tragedia a través de sus máscaras, símbolos de valores y pasiones en la Verona del siglo XIII. La cita constituye uno de los platos calientes en la programación otoñal del Instituto Municipal de las Artes Escénicas (IMAE).
Alonso fundó el Ballet Nacional de Cuba en 1948 junto a su entonces marido Fernando Alonso y el hermano de este, Alberto. Desde entonces ha realizado innumerables giras y espectáculos a lo largo de su carrera, casi un siglo de experiencia sobre las tablas jalonado por inevitables obstáculos; el más notable, su progresiva pérdida de visión, que le afectó desde los inicios de su trayectoria. A los 17 años, sufrió un accidente que le produjo el desprendimiento de ambas retinas, lo que le obligó, durante muchas actuaciones y ensayos, a descansar regularmente con los ojos cerrados, y luego volver al baile, pero al no mejorar la situación decidió operarse, y recuperó la visión tras varios intentos en una intervención en Barcelona.
El tratamiento postoperatorio con cortisona le puso en una difícil disyuntiva: subir de peso, lo que conllevaría dejar de bailar, o seguir perdiendo la vista y continuar con su carrera en el ballet. Alonso enfrentó la decisión "más dura" de su vida y eligió el baile, para continuar un itinerario que mantuvo hasta 1995, cuando cambió las zapatillas de bailar por la enseñanza. Durante esos años, la artista alternó actuaciones, descansos en los que repasaba las coreografías de todos los números y ensayos en los que el equipo estaba atento por si algo salía mal y se caía, esperando un tropiezo que nunca se produjo.
Nacida Ernestina de la Caridad Martínez y del Hoyo, hija de padres españoles, en diciembre de 1920, sus biógrafos calculan que su primera experiencia en el baile fue con el Grand vals de La Bella Durmiente en el antiguo y espléndido Teatro Auditorium de La Habana. En su ciudad natal se casó con Fernando Alonso, por quien se cambiaría el nombre a Alicia Alonso, e inició su aprendizaje en la Escuela de Ballet de la Sociedad Pro-Arte Musical, para luego continuar su formación en Estados Unidos con el American Ballet Theatre. Con esta compañía debutó en el Metropolitan House de Nueva York interpretando Giselle en 1943, en sustitución de una diva americana que cayó enferma antes de la representación. La artista supo aprovechar la oportunidad hasta el punto de hacerse imprescindible en pocos años.
Cinco temporadas después, Alonso fundaría la escuela que más satisfacciones le ha otorgado a lo largo de su carrera, la Compañía de Ballet Alicia Alonso, rebautizada en 1959 como el Ballet Nacional de Cuba y que en la actualidad cuenta con más de 200 bailarines, coreógrafos y especialistas de la danza. Es una de las instituciones más importantes de esta disciplina a nivel mundial. A lo largo de las siguientes décadas, Alonso bailó con los Ballets Rusos de Montecarlo e incluyó en su trayectoria compañías europeas como la de la Ópera de París, agrupaciones con las que ha realizado giras anuales por el viejo continente, Asia, Latinoamérica y Canadá.
Tras un divorcio poco amistoso después de 40 años de matrimonio, Alicia Alonso se casó con Pedro Simón, director del Museo de la Danza de Cuba y de la revista Cuba en el ballet. Ganadora de incontables premios como la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, el galardón Positano por su carrera artística o la condecoración cubana José Martí, Alonso regresa a España para mostrar que el entusiasmo y la dedicación al arte no tienen edad.
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