"El artista ha de cantar a los humildes, a las bocas sin pan y sin besos"
Amancio Prada. músico y poeta
El leonés actúa hoy en el Teatro Góngora dentro del ciclo 'Mester de Juglaría' con una propuesta escénica consistente en un diálogo entre García Lorca y Rosalía de Castro
El ciclo Mester de Juglaría continúa hoy con la actuación de un trovador contemporáneo. Amancio Prada presenta en la sala Polifemo del Teatro Góngora (21:00) el espectáculo A Rosalía de Federico, en el propone el encuentro que los dos poetas no tuvieron en vida. Convencido de la vigencia que siguen teniendo sus versos, considera que el papel del artista, como el de toda persona, es ponerse del lado del que sufre.
-En su espectáculo plantea un diálogo entre Rosalía de Castro y Federico García Lorca, dos poetas que nunca coincidieron en el tiempo. ¿Cuál es la relación entre ellos?
-Lorca era un profundo admirador de la obra de Rosalía. Yo no lo sabía: fue musicando los poemas gallegos de Lorca cuando supe que él había visitado Santiago cuando tenía 17 años, en un viaje de estudios, acompañado de un grupo de bachilleres y su profesor de Literatura y Artes. Supongo que fueron a visitar la tumba del apóstol... pero lo que es seguro es que visitaron la tumba de Rosalía en el Convento de Santo Domingo. Pocos meses después, Lorca escribiría la Salutación elegíaca a Rosalía de Castro, donde muestra la empatía que sintió por la poeta, a la que llamaba "mi hermana en tristeza". Ese poema es revelador de su relación. No me extraña, porque la poesía de Rosalía es una poesía jonda.
-Si se hubieran conocido en vida, ¿qué cree que se habrían dicho?
-Nunca lo sabremos. Seguro que Rosalía habría sonreído al escuchar a Lorca decirle: "Quiero que lloremos la melancolía/ que sobre nosotros el cielo dejó/ pues vamos cargados con cruz de poesía/ y nadie que lleva esta cruz descansó".
-¿Cree que sus canciones han ayudado a despertar en alguna persona el interés por la poesía, del mismo modo que le sucedió a usted con Paco Ibáñez o Serrat?
-Eso dicen, y yo lo celebro. Descubrí la poesía escuchando a esos cantores, y espero que a otros les pase lo mismo. La letra, con música entra.
-¿La poesía sigue siendo un arma cargada de futuro, como la dibujó Gabriel Celaya?
-El papel del artista, y en general del hombre, ha de ser ponerse del lado de los humildes. Cantar a las bocas sin pan y sin besos. Es una bella opción de estar en el mundo. Se lo dice también Lorca a Rosalía en aquella salutación: "Quiero que me cuentes tu vieja tonada/ a la orilla tibia del hogar sentada/ por toda la gente sin pan que sufrió".
-En tiempos como estos, en los que muchos se ven obligados a abandonar su ciudad o incluso su país para buscarse la vida, la reivindicación de la tierra y el hogar se vuelve un tema recurrente en el arte.
-En los tiempos de Rosalía, Galicia sufría una sangría de emigrantes a las Américas. En los años 70, cuando yo elaboré el disco sobre Rosalía de Castro, también vivíamos una época de emigración, esta vez hacia Europa. Y ahora, hacia todas partes. La palabra de los poetas es la verdad que se instala en un presente perenne y no deja de tener emoción y sentido.
-Por lo tanto, hay vigencia en los poemas de Rosalía.
-Una vigencia total. Continúa vigente como un capitel románico.
-¿Qué otros poetas está tentado a musicar? ¿A los contemporáneos?
-Me quedan tantos... Ahora estoy grabando los poemas gallegos de Lorca. También he musicado a poetas contemporáneos como Juan Carlos Mestre, Rafael Pérez Estrada, Antonio Pereira, Antonio Gamoneda, Antonio Colinas... De todas formas, no le presto mucha atención al calendario: como le decía, la palabra poética alza el vuelo, y lo mismo emociona una cantiga de amigo galaico-portuguesa que la Antífona del otoño de Juan Carlos Mestre. Yo mismo he cantado mis propias letras, aunque, bueno, yo soy del siglo XIII.
-A la hora de elegir los poemas con los que trabaja, ¿qué criterio sigue? ¿Tiene especial predilección por los versos tristes?
-La vida es amplia y agridulce. Como decía Antonio Machado, "se canta a lo que se pierde", quizás porque es una forma de recuperarlo. Parece que mueven más la tristeza, la melancolía, el sufrimiento propio y el ajeno. Entonces, el canto se convierte en consuelo. Pero también hay momentos de exaltación, de júbilo, de contemplación.
-No es la primera vez que participa en Cosmopoética.
-Es la segunda ocasión. La primera vez fui para recitar y entonar mi propio poemario, Emboscados. Celebro la invitación, que me da la oportunidad de volver a Córdoba de la mano de Rosalía y de Federico. No son mala compañía, ¿no?
-Y lo hace con un diálogo escénico, a camino entre el recital y el teatro.
-Es un espectáculo especial. Trabajo sobre una idea original de José Luis Gómez y un itinerario poético de Juan Carlos Mestre, y me acompaña Cuco Pérez al acordeón. Pero dejemos que descubra los detalles quien tenga curiosidad por acudir.
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