Última palabra de Joan Miró

El Centro Pompidou Málaga inaugura hoy su primera exposición temporal, con 46 obras en papel del artista barcelonés realizadas entre 1960 y 1978 con ansias de libertad y experimentación

El comisario, Jonas Storsve.
El comisario, Jonas Storsve.

Si un trance delata a los genios es la madurez: donde muchos deciden soltar lastre, abrir las maletas y considerar que no queda mucho por hacer, otros, algunos, insisten en no dar todo el pescado por vendido. Joan Miró (Barcelona, 1893-Palma de Mallorca, 1983), al igual que Picasso y otros contemporáneos, perteneció a la segunda tribu: su entrega al trabajo, a la búsqueda y al fuego creativo que inspira a los mejores artistas se mantuvo intacta hasta su muerte. Ahora, el público tiene ocasión de comprobarlo en Obras sobre papel. 1960-1978, la primera exposición temporal del Centro Pompidou Málaga, que se inaugura hoy a las 20:00 con acceso gratuito gracias a la Noche en Blanco y que podrá verse hasta el 28 de septiembre. La muestra reúne 46 piezas procedentes de los fondos del Centro Pompidou de París y revela a un Miró no precisamente divulgado ni popular, el que desiste del lienzo y empieza a experimentar con el papel y otros materiales, a menudo de desecho, como quien cree que siempre hay puertas a las que uno puede llamar para descubrir qué hay detrás. La mayor parte de las obras reunidas en Málaga no han sido exhibidas en los últimos 15 años, lo que confiere un atractivo extra a la propuesta.

Málaga Hoy tuvo ocasión de conversar el pasado miércoles en el mismo equipamiento del Cubo del Puerto, mientras se instalaba la exposición, con el comisario de la misma, Jonas Storsve, a su vez conservador del Departamento de Artes Gráficas del Centro Pompidou de París. Y el propio Storsve reveló el origen de la primera temporal de la sucursal malagueña: "En 1979 Miró cumplió 85 años y lo celebró con una gran exposición de obras en papel en el Centro Pompidou, con obras procedentes de su propia colección y de la Fundación Miró de Barcelona. Después de aquella exposición, Miró hizo una importante donación al Centro Pompidou de unas 80 piezas, realizadas entre 1960 y 1970. Así que cuando se nos dio la oportunidad de realizar esta exposición buscamos en nuestros fondos y pudimos comprobar que era posible presentar una propuesta coherente basada exclusivamente en estos últimos años de la vida de Miró. En el Pompidou tenemos una importante colección de obras del artista, con pinturas de los años 20, los dibujos que realizó en 1937 para el Pabellón Español de la Exposición Universal de París y otros legados; pero sólo respecto a la última etapa de Miró podemos armar un trabajo expositivo coherente". Storsve explicó que la mayoría de las obras presentes en la muestra proceden aquella donación de 80 piezas, "salvo algunas que el Centro Pompidou adquirió en subastas durante los años 70".

La exposición no sigue en su ordenación un criterio tanto cronológico como estético, en virtud de un discurso cuyas claves también reveló Storsve: "A comienzos de los años 60 encontramos todavía un Miró muy vinculado a su propia tradición. En estos dibujos reconoces a Miró inmediatamente. Son representaciones de figuras humanas y elementos habituales en su iconografía. Pero, a partir de los 70, Miró abraza una mayor libertad. Su trabajo se hace más salvaje, de alguna manera, y más experimental, con una investigación que atañe a la forma, el color y el material. Se puede comprobar en esta exposición cómo, poco a poco, el Miró más maduro se va volviendo más osado, más atrevido. Durante este periodo ya prácticamente no pinta sobre el lienzo: a sus 80 años le resulta más fácil trabajar en papel y con tamaños más pequeños". Así, Storsve recuerda que la última pintura de Miró en gran formato, el tríptico Bleu (conservado igualmente en el Centro Pompidou de París), fue realizado en 1961, y que ya para entonces Miró consideró, tal vez, "que ya no le quedaba más que decir y que prefería divertirse a partir entonces". Semejante envite se traduce en imágenes que evocan tanto paisajes infantiles como poderosas representaciones eróticas, realizadas en soportes tan diversos como el papel, el cartón, el plástico y hasta una bolsa de plástico que una vez contuvo semillas de maíz.

Llama la atención Storsve sobre el hecho de que Miró "decidió enseñar estos trabajos, firmarlos y exhibirlos deliberadamente. Los valoró y los integró en su corpus sin dudarlo. No los consideró una cuestión secundaria, muy al contrario. Al entregarlos a un museo como el Centro Pompidou, lo hizo con la intención de que llegaran al público, de que figuraran en exposiciones y catálogos. Siempre estuvo seguro de lo que había hecho". Y asiente Storsve cuando se le pregunta por la posibilidad de encontrar en estas figuras a un Miró que decide hacerse amateur y aprendiz en su calidad octogenaria: "Por supuesto, ésa es una convicción que no hay que perder de vista". Bajo el epígrafe común Personajes, el registro figurativo del Miró tardío adopta a veces forma de pájaro, otras de perro, otras de mujer, siempre con la imaginación a pulso. Pero el visitante encontrará los mayores impactos en el primer tramo de la muestra, con varios dibujos de gran tamaño, y a su término, con el espectacular Femme (1978), una explosión de tinta que deja el impacto en carne viva sobre el cartón, en una prefiguración de la feminidad no exenta de connotaciones divinas y de alto voltaje erótico. Storsve cita a Pollock y la vanguardia japonesa como referentes contextualizadores, pero en todo caso admite su gusto por "empezar y terminar el recorrido con trabajos fuertes, así el visitante los retiene en la memoria". También reconoce el comisario un ejercicio de autoafirmación por parte de Miró en una obra tan explícita como Femme, similar al que ejecutó Picasso en sus últimas pinturas, con aquellos mosqueteros descomunales: "Aquí el viejo artista quiere reivindicarse, externaliza su posición y se enfrenta a lo que tiene que venir. Es como si dijera: 'todavía estoy aquí, todavía soy capaz de crear cosas de las que hablarán otros". Respecto a la fecundidad de este Joan Miró crepuscular y libre, Storsve cita al "Basquiat de los 80" como heredero directo, "entre muchos otros".

Advierte el comisario, con el tono exacto para tomarlo en serio, que "podemos hacer aquí más exposiciones como ésta sobre otros artistas. Todo se verá". Serán bienvenidas. Por ahora, Málaga tiene la oportunidad de compartir este viaje poderoso y pleno a la última palabra. Ésa que, en el fondo, no ha sido pronunciada todavía.

stats