Triunfa El Juli y sufre Moreno
José Luis Moreno recibe en su primer toro una cornada de tres trayectorias en la pierna derecha que le impide continuar la lidia, mientras El Juli alcanza un éxito de ocho orejas y un rabo en tarde triunfalista




Ganadería. Toros de distintas ganaderías. El mejor, el segundo, de Núñez del Cuvillo repetidor y con transmisión. Fue premiado con la vuelta al ruedo. El sexto, de Victoriano del Río, fue otro toro importante. Noble y con calidad. El primero de Jandilla noble pero protestón; tercero, de Fuente Ymbro, noble pero a menos en la muleta. El cuarto, de Jaralta, noble y con calidad, pero también de más a menos. El quinto, de Daniel Ruiz, rajado. TOREROS: José Luis Moreno,, pinchazo y estocada en el único que mató (oreja que paseó la cuadrilla); El Juli, estocada (dos orejas); estocada (dos orejas); estocada trasera (dos orejas); estocada perpendicular y dos descabellos (ovación) y estocada casi entera y trasera (dos orejas y rabo). Incidencias. Plaza de toros de Pozoblanco. Segunda corrida del abono de Las Mercedes. Algo más de tres cuartos de entrada en tarde de agradable temperatura. La corrida, que se planteó en mano a mano, se quedó en encerrona de El Juli por la baja de José Luis Moreno, que fue operado en la enfermería de la plaza de toros tras recibir una cornada de su primer toro. Parte médico: "José Luis Moreno presenta una herida por asta de toro en la cara anterior del muslo derecho. La cornada presenta tres trayectorias, una de ocho centímetros y otras dos de veinte centímetros cada una. Estas presentan una trayectoria longitudinal y otra interna, que toca el hueso y lo esquirla y que rompe el músculo abductor mediano. No toca vasos importantes. Trasladado al Hospital comarcal Valle de Los Pedroches. Pronóstico grave".
Del susto al triunfalismo. De la cornada al éxito. De la cruz a la cara. De la sima a la cima. Del torero que arranca contratos a costa de pundonor y honradez al figurón de época cuyas facilidades técnicas se imponen por encima de las circunstancias. De la gloria del maestro Moreno del año pasado con la corrida de Victorino en Pozoblanco a una cogida que llegó en un instante trágico. Moreno, herido en el primero, dejó a El Juli en solitario y el de Velilla se pegó un atracón de orejas y de fiesta que difícilmente olvidará. La corrida, es cierto, fue por los derroteros del triunfalismo y dejó a la gran mayoría satisfecha y eso, en la concepción que tienen cada vez más taurinos de este patio, bien justifica la entrada, aunque a veces se desboque la pasión por las circunstancias de una tarde que comenzó torcida. Y fue una pena porque excepto el toro de Daniel Ruiz, rajado, el resto de la corrida se prestó al lucimiento y todos los toros dieron opciones a El Juli, que los despachó con técnica marca de la casa.
Porque antes del triunfo llegó el susto y la baja de Moreno dejó un ambiente extraño. Los aficionados de la tierra se quedaron huérfanos de torero y la tarde, que se había planteado como una competición entre el torero de Los Pedroches frente a la máxima figura y el torero que está realizando la mejor temporada. Las caras de la gente reflejaban el drama. Roberto Domínguez, apoderado de El Juli, lamentaba el marrón que le había caído encima a su torero. La víspera había toreado en Logroño, hoy lo hace en Sevilla y verse de pronto con cinco toros por delante cambiaba el panorama de una tarde que se presentaba de carril. Toreaba Moreno el primero cuando llegó el desafortunado lance. El de Jandilla tenía nobleza, pero medía por momentos al torero, que porfiaba por quitarle los defectos al animal. Antes había recetado unas chicuelinas ajustadas. Todo era perfecto. Un sol radiante, la plaza con una buena entrada, la televisión… Los ayudados de saludo de Moreno tuvieron usía y temple. Luego comenzó el diestro tirando líneas por el pitón derecho y condujo bien la embestida en un par de muletazos. La siguiente tanda por ese pitón fue mejor aún, con derechazos estimables. Pero cuando poco después se perfilaba para ligar otra tanda el toro le avisó y él quedó algo descubierto en mitad del muletazo, lo que aprovechó el toro para orientarse y levantarlo por los aires. Pronto se vio que el pitón había calado en el muslo derecho del diestro, que sangraba. Con la taleguilla tabaco manchada continuó la lidia y aunque la faena bajó de intensidad artística por los motivos lógicos sí tuvo épica y emotividad. La gente incluso estaba preocupada porque el torero perdía sangre y se empeñaba en continuar. La cuadrilla le pedía que matara. Fueron un momentos complicados. Moreno estuvo hecho un jabato y despachó al toro de un pinchazo y una estocada estimable que le valieron una oreja que paseó la cuadrilla. Moreno iba por su pie a la enfermería y la corrida cambió de pronto de aire.
¿Qué pasa por la cabeza de una figura del toreo cuando se queda sólo ante el peligro y tiene por delante dos horas de corrida y cinco toros en los corrales? Pronto se solventó el enigma. El Juli se amarró los machos y comenzó a destilar profesionalidad y técnica. No le quedaba otra y se encontró con un toro de Núñez del Cuvillo de gran calidad. Era el segundo. La gente se acordaba todavía de lo Moreno y pronto corrió la voz de que no volvería a torear. Y en esas El Juli se las veía con el de Cuvillo, al que le dieron la vuelta al ruedo, y el tendido comenzó a entregarse con él. Derroche técnico del torero pero demasiados altibajos y contenido artístico menor. Es la verdad. El Juli anduvo correcto con un gran toro, que no obstante hubiera merecido un trasteo más reposado, con más empaque, con más largura en los muletazos, porque el toro no se cansaba de embestir. El segundo tramo de la faena sí tuvo más calidad, sobre todo cuando cogió la muleta por la izquierda ya que arrancó dos naturales templados y largos. Luego siguió otra tanda por el derecho con dos o tres muletazos estimables y rematados atrás. Y un gran redondo, templadísimo, y otro bueno de pecho. Luego, con la espada un cañón. Estocada y dos orejas. La senda del éxito estaba despejada.
Salió el tercero, de Fuente Ymbro, que también sirvió, aunque protestaba en los muletazos y llevaba la cara a media altura. Poco a poco lo intentó ahormar la embestida, pero el toro acortó el viaje se puso a la defensiva y El Juli no pudo más que lucir con derechazos de medio recorrido. La técnica del torero, otra vez, se imponía y la masa se le iba entregando. Cortó otras dos orejas y El Juli, que estaba sólo ante el peligro, empezaba a estar a gusto ante un público que se le entregaba a la misma velocidad que se olvidaba de Moreno. Al cuarto, de Jaralta, le interpretó un saludo de capa muy torero, rodilla en tierra. Apenas picó al animal. Lo dejó crudo porque no estaba sobrado de fuerzas y lo cierto es que el de Jaralta llegó con una embestida nobilísima y templada a la muleta. El Juli fue sobándolo y lo metió en el canasto. El toro era de almíbar pero se fue apagando y El Juli tuvo que acortar distancias, con lo que su labor perdió intensidad. Los muletazos brotaron lentos pero se echó en falta más sal artística. Otro reposo, otras maneras. Otra profundidad. Sonó entonces un fandango de Antonio García en el tendido. La fiesta era ya total. El quinto fue el peor toro de la corrida. Se rajó tras el encuentro con el caballo. El torero cambió los terrenos constantemente para cogerle el aire a la res. Y lo consiguió pegado al hilo de los chiqueros. Allí le sacó una serie meritoria y tras matar y descabellar se llevó una ovación.
Faltaba el sexto, de Victoriano del Río. Tras el de Cuvillo, el mejor de la corrida. Lástima que El Juli no apostara por dejarlo venir más largo y que acortara el viaje de las embestidas demasiado pronto porque el toro, que era de lío gordo, fue sometido en una faena menor, aunque suficiente para un público ávido de triunfo. Hasta puso las banderillas el propio matador, algo que no hacía hace mucho tiempo. La espiral que tomó al corrida hizo que hubiera una comunión especial entre el tendido y el torero. Lo mató bien y le cortó un rabo a todas luces excesivo, como lo fueron las ocho orejas que paseó por el albero de Los Llanos. Pero un sábado de Feria, con los tendidos llenos y con una figura en racha, es propicio para que se desborde la pasión. Al final me quedo con las palabras de un compañero de tendido, que le decía a un amigo por el móvil: "Pepe, que corridón te estás perdiendo". Seguro que tenía razón. El cliente siempre la tiene.
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