La ternura | Crítica

Tentaciones en la isla

Una escena de la obra 'La ternura'.

Una escena de la obra 'La ternura'. / IMAE

Han tenido que pasar casi siete años para que La Ternura de Alfredo Sanzol subiera a las tablas de un teatro en Córdoba y el público no perdió la oportunidad de verla, agotando las entradas de Teatro Góngora para su única representación en nuestra ciudad.

La historia nos coloca en la fracasada expedición de la Armada Invencible donde la reina Esmeralda acompaña a sus hijas casaderas, las princesas Rubí y Salmón, rumbo a costas inglesas donde están obligadas a realizar matrimonios de conveniencia. Empeñada en acabar con el fatal destino de su familia, Esmeralda usa sus poderes mágicos para hundir la flota y llegar las tres a una isla desierta donde al fin podrán ser libres de la tiranía patriarcal.

El problema surge cuando descubren que en su isla habitan un padre y dos hijos que viven alegres sin estar sometidos al yugo matriarcal. Con la trama servida solo queda disfrutar del devenir de acontecimientos provocados por una buena lista de enredos, travestimentos, confusiones y algún que otro conjuro que conduzcan a los protagonistas al desenlace previsiblemente feliz.

La Ternura es un guiño continuado de Sanzol a la obra cómica de Shakespeare transmitida en un lenguaje que pese a ser contemporáneo está construido con gran exquisitez, la misma que emplea para convertir palabra en acción con la habilidad propia de un buen conocedor del juego dramático.

Sobre el escenario, el magnífico equipo de actrices y actores formado por Llum Barrera, Ana Cerdeiriña, Sandra Ferrus, Markos Marín, Elías González y Carlos Serrano se emplea a fondo para recrear la historia con dinamismo e intensidad precisos. Su buena sintonía se hace patente al ver como dos horas de función pasan inadvertidas en un público que está a merced del trabajo que desempeñan de principio a fin y se funde en un aplauso interminable para agradecer su enorme talento.

El conflicto entre sexos ha sido y continua siendo un buen recurso para recrear historias. La Ternura nos invita a reflexionar en clave de humor sobre la necesidad vital que tienen los afectos en las relaciones. La vida real nos muestra la dificultad por mantenerlos y como su ausencia puede conducir a los actos más atroces. Esforcémonos en procurarlos. Paz y amor.

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