Soderbergh-Houdini se vuelve a encerrar en un subgénero

Soderbergh-Houdini se vuelve a encerrar en un subgénero
C. Colón

18 de octubre 2011 - 05:00

Thriller, EEUU, 2011, 106 minutos. Dirección: Steven Soderbergh. Guión: Scott Z. Burns. Intérpretes: Matt Damon, Kate Winslet, Gwyneth Paltrow, Marion Cotillard, Jude Law, Laurence Fishburne, Bryan Cranston. Fotografía: Peter Andrews. Guadalquivir, El Tablero, Artesiete-Lucena.

Qué listo es Soderbergh. Qué bien usa todos los recursos de narración, de expresión y de seducción del cine, desde presencia de las estrellas al montaje, desde la música al movimiento de cámara, desde la fuerza del plano a la sofisticación visual a medio camino entre el videoarte, el videoclip y la publicidad. Qué cómodo se siente ante el desafío de presentar como nuevo lo mil veces visto.

Como si fuera un Houdini del cine, le gusta encadenarse a los tópicos y encerrarse en las jaulas de los géneros para hacer el alarde de liberarse, dándoles una frescura que tiene la fascinación de lo nuevo o lo moderno; a la vez que estruja toda la capacidad de atracción de lo convencional que lleva décadas funcionando en el cine comercial. Se toma cinematográficamente en serio lo que para otros fue juego, dando unas veces apariencia de profundidad a lo superficial y otras haciendo aún más gélidamente brillante lo frívolo. Sus duelos con el cine de juicios (Erin Brokovich), de golpe perfecto (Ocean' s Eleven y sus secuelas) o de espionaje (El soplón) han dado algunas de las obras mayores del reciente cine comercial. Su límite, al menos de momento, es lo verdaderamente serio, ya se trate de lo histórico-político (Che), la droga (Traffic: nunca compartí el entusiasmo que suscitó este hábil panfleto) o el melodrama (El buen alemán); películas fallidas porque frente a la realidad no valen los trucos del mago y porque en su mejor cine no hay un gramo de auténtico sentimiento, sólo juego.

El desafío de Contagio tal vez sea el mayor que este Houdini haya afrontado. ¿Cuántas películas, la mayoría malas, han tratado este tema? Y lo que es peor, ¿cuantas modestas películas hechas para la televisión no han explotado la variante epidemiológica del cine de catástrofes? Desde el principio todo es igual a lo de siempre: gente poniéndose malita en diferentes ciudades de todos los continentes.

Pero también desde el principio el mago nos mete en la historia haciéndonos creer que lo vemos por primera vez. La sugestión es fundamental para el ilusionismo. Las claves están en el montaje -espléndido manejo de los tiempos muy distintos que da a cada historia paralela- y en las espléndidas interpretaciones que, retomando también en esto la tradición de las películas de catástrofes, corren a cargo de un reparto de los que antes se llamaban all star: Matt Damon, Kate Winslet, Gwyneth Paltrow, Marion Cotillard, Jude Law, Laurence Fishburne. Hasta la vieja gloria recuperada -en este caso el su día indigesto Elliott Gould- tiene su momento, como es preceptivo en el cine de catástrofes.

Soderbergh impone sus reglas a todas las concesiones que el género exige y él le concede como si no lo hiciera. No elude ninguna, pero las hace todas suyas dando a cada imagen de los muchos pequeños relatos que componen el puzzle de la película una engañosa apariencia de realidad -en la interpretación y en la forma de filmar los gestos casi imperceptibles de miedo, dolor o desesperación- que logra crear una especie de universal polifonía del miedo. No es La carretera, desde luego. Pero es que la película de John Hillcoat iba en serio y ésta es un juego.

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