Silvia Marsó encarna en el Gran Teatro a la Yerma lorquiana
La tragedia de la mujer que ve frustrado su deseo de ser madre llega a Córdoba en una función · Miguel Narros, director del montaje, destaca la vigencia del texto


La temporada teatral del Instituto Municipal de las Artes Escénicas (IMAE) de Córdoba se abre hoy con Yerma, tragedia de Federico García Lorca que llega al Gran Teatro con un reparto encabezado por Silvia Marsó en el papel central de la obra. Del montaje, dirigido por Miguel Narros y con música de Enrique Morente, se ofrecerá una única función, esta tarde a partir de las 20:30.
Yerma (1934) es una de las obras de García Lorca más apreciadas por el público. Un poema de gran carga trágica donde una mujer ve frustrados sus deseos de convertirse en madre, un ansia que no sólo siente que necesita cumplir, sino que además es propia del papel que a la mujer le ha asignado la sociedad en los tiempos en que se desarrolla la trama (primer tercio del siglo XX). Yerma, una campesina, siente angustia e impotencia al no poder concebir hijos con Juan, un hombre con el que se casó años atrás en un matrimonio pactado por conveniencia, no por amor. A partir de esta situación, Lorca aborda el tema de la esterilidad y sus efectos negativos en una realidad femenina donde la maternidad es un requisito indispensable.
Junto con Bodas de sangre (1933) y La casa de Bernarda Alba (1936), Yerma compone una trilogía en la que queda patente cómo el autor granadino supo retratar el alma femenina de forma magistral, con toda su intensidad, con tanto desgarro como ternura. En palabras de Narros, el montaje "no es un drama, sino un poema con una obsesión, como decía el propio Federico". Tras destacar la vigencia del texto, tanto en lo que se refiere al conflicto que plantea como a su concepción dramática, el director escénico señala que la Yerma de esta versión supone una vuelta al principio, a la Yerma más desnuda, a la esencia de la obra: "el drama de una mujer -subraya- que cree que ha nacido fértil y no logra ser madre, y también el drama de la tierra en que vive, una Andalucía árida, mal repartida y mal cultivada". En su versión, resalta el dramaturgo por último, se ha potenciado el universo simbólico lorquiano: el agua como elemento fecundador, la tierra como madre, el aire que lleva los sonidos lejanos y el fuego que arde en el interior de los personajes.
Marsó afronta en esta versión el reto de enfrentarse a un papel que estrenó la mítica Margarita Xirgú en 1935 en el madrileño Teatro Español y al que han dado vida grandes actrices desde entonces, un personaje que le ha exigido una preparación a fondo. "He profundizado muchísimo en el texto -explica-, buscando las imágenes, las emociones que me provocaba Lorca, intentando sentir en lo más profundo de mi ser el conflicto y la frustración de esta mujer, que podría ser una mujer universal, de cualquier época y lugar del mundo". "Yerma -dice- es la Madre Tierra, conectada con lo primigenio del hombre, que es la naturaleza y la fertilidad". El resultado, añade la actriz, es una versión del clásico lorquiano en la que el personaje central ha sido "despojado de prosopopeya y énfasis" y dotado "de naturalidad y normalidad".
El papel de Juan, el marido, está interpretado por Marcial Álvarez, actor que se ha hecho popular como Pope en la serie televisiva El comisario. Para el actor, su personaje en la obra "también es yermo, víctima de una educación castrante, de una religión oscurantista, y casado con una mujer que se siente frustrada por un matrimonio impuesto". Y aunque sufre por no saber quererla, concluye, ambos reflejan "una castración erótica y una frustración personal y sexual".
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