"Siempre he sido 'guitarrista de', pero ante todo tenía claro que era músico"

Andrés Herrera 'Pájaro'. Músico

El guitarrista sevillano, que tras muchos años a la sombra de otros artistas ultima su esperado segundo disco tras el éxito de 'Santa Leone', abre hoy las 'Noches eclécticas' del Palacio de Viana.

"Siempre he sido 'guitarrista de', pero ante todo tenía claro que era músico"
Francisco Camero

05 de septiembre 2015 - 05:00

La madre le consiguió su primera guitarra juntando cupones de Avecrem. Del padre, proyeccionista de un cine de verano en Torreblanca y cofrade de la Sevilla periférica, heredó el gusto por el western, las bandas sonoras de Morricone y las marchas de Semana Santa, que silbaba tan armónica e incansablemente que acabaron por darle su nombre. A tocar aprendió viendo a sus hermanas ejecutar sus cancioncillas santurronas de las monjas en el salón de casa, y luego siguió de oídas, sin clases, ni maestro, ni conservatorio, fijándose en los conciertos de la Sevilla rockera de finales de los 70. Muchos lo conocieron hace tres años, cuando publicó, casi con 50, su primer disco propio, Santa Leone. Pero en realidad Andrés Herrera, Pájaro, nacido en 1963 en el Parque Alcosa, donde sigue viviendo, llevaba toda la vida tocando. Para otros, eso sí. Los hermanos Raimundo y Rafael Amador, Kiko Veneno, Pepe Begines o por supuesto Silvio (Fernández Melgarejo, naturalmente) contaron con este guitarrista fino, luminoso y lleno de swing. Mientras ultima su esperado segundo disco, que verá la luz de nuevo en el sello Happy Place, se dio el pasado julio el gustazo de añadir un galón muy especial en su pecho de veterano del rock & roll: abrir un concierto para Bob Dylan. Fue en Zaragoza, en la segunda fecha de la gira nacional del norteamericano. Hoy actúa en el Palacio de Viana de Córdoba (21:45), abriendo el ciclo Noches eclécticas.

-Desde que publicó Santa Leone, que encandiló a la crítica y le granjeó un público más amplio, todo parece ir sobre ruedas...

-No nos podemos quejar. Desde entonces sólo han pasado cosas buenas, es cierto. Hemos dado muchísimos conciertos por toda España y también en el extranjero. Nada más sacar el disco estuvimos en el festival ese de Austin, en Texas, el South by West. Aquello es un pepinazo, y de repente te ves dándole la mano a gente como James Hunter, al que admiro mucho... Fue todo muy flipante.

-¿Hay que ser un poco niño para dedicarse al rock & roll?

-Yo creo que hay que ser un poco niño para dedicarse a la vida. Porque en el momento en que nos damos cuenta de que hemos madurado, olvidamos lo que hemos sido siempre y eso no funciona. Para seguir ilusionado con la vida, para ver los colores y respirar bonito no se puede dejar de ser niño. Da igual la profesión que tengas.

-El nuevo disco, ¿se parecerá a Santa Leone?

-Como es hijo de los mismos padres, si no es el color del pelo, los ojos sí los tendrá parecidos. Aunque no nos estamos basando en la misma fórmula. Aparecerán motivos y cosas que recordarán al primero, pero vamos a intentar que sea diferente, que sea original y un poco una sorpresa. El primer disco era más de América del Norte y éste es más del sur de Estados Unidos e incluso de América, porque vamos a pasar por Chile, por unos cuantos países para recuperar canciones de Quilapayún o de Víctor Jara, que tiene algún tema, como El derecho de vivir en paz, que lleva guitarras eléctricas. ¿Por qué tendríamos los rockeros que hacer sólo canciones de rockeros?

-¿Tiene ya título y fecha de publicación?

-Mira, voy a ser valiente, me pueden matar por esto pero voy a decirlo. La fecha de sacarlo no puede pasar de diciembre porque ya lo tenemos totalmente cerrado. Y estamos barajando nombres. El que yo quiero ponerle es He matado al ángel. Es de un trozo de una canción que dice: "Yo he matado al ángel con mis propias manos / escondí sus alas dentro del sagrario". Me gusta usar esas cosas. No por la historia de la religión, sino porque vivimos donde vivimos y está en el aire. Nuestra cultura judeocristiana no nos la quita ya ni Dios.

-Si Santa Leone de algún modo compendiaba su vida, sus amistades, sus grandes fuentes como guitarrista, ¿qué historia cuenta el segundo?

-Los últimos tres años. No puede ser de otro modo porque las canciones tienen que ser de verdad, tienen que ser reales para que te las puedas creer. En el fondo la fotografía viene a ser siempre la misma: la de un chaval con muchas orejas y mucha nariz y ya no tan canijo que se muere por la música. Es la única manera que conozco de alcanzar la tranquilidad. Soy hiperactivo y tocar la guitarra es realmente una terapia.

-¿Vivir en primera persona el éxito de manera tardía en lugar de con 20 años lo cura a uno de tonterías?

-Totalmente. Poco a poco te vas dando cuenta de que después de tantos años tocando la guitarra eres una persona pública, y es un poco... raro, ¿no? Vas por la calle y la gente se queda mirándote. Pienso que las cosas de la vida tienen que ir poco a poco. Es mucho mejor subir escalones así, afianzándote cuando llegas a un descansillo. Es muy gratificante. Yo siempre he sido guitarrista de pero siempre tuve las cosas muy claras y sabía que yo era músico, que yo tenía que componer. Pero no encontraba el momento. Cuando lo hice fue ya por necesidad, no económica, sino personal. Necesitaba realizarme. Mira, yo creo que lo que hay que ser en la vida es auténtico, más que bueno, entre otras cosas porque qué es ser bueno: hay muchas formar de ser bueno. Todas las personas dejan una obra en la vida, y tu obra no tiene que ser artística, la gran obra de tu vida puede consistir en ser un buen padre, no hay cosa más importante ni manera mejor de cambiar el mundo. Pero yo además soy guitarrista y quería hacer mi música.

-Ha tocado con muchos pero si hay alguien a quien siempre se le asocia, inexorablemente, ese es Silvio. Usted mismo suele recordarlo en sus conciertos, así que asumo que no le molesta que muchos lo conozcan como el-guitarrista-de-Silvio...

-Ah, no. No, no, no. En absoluto. Cómo me va a molestar. Es un honor. El único hijo varón que tengo se llama Silvio. Como homenaje a mi padre podía haberle puesto mi nombre, pero ya lo llevo yo. Y Silvio fue el segundo padre, el rockero, que yo tuve. Y sí, he tocado con mucha gente y muy grande, pero la verdad es que ser la mano derecha de Silvio... Para mí fue como si un extraterrestre apareciese en Sevilla y de pronto lo cambiara todo. No era un tío responsable a la hora de subirse a un escenario y cantar, siempre iba con la golfería de "pues ahora no voy a cantar", pero bueno, no hacía falta, la gente ya se encargaba de cantar sus canciones. Yo me voy a morir diciéndolo: el mejor, para mí, la estrella de la que yo he estado más cerca, fue Silvio. Como persona, como amigo y como artista.

-¿Qué cosas aprendió de él que luego le sirvieron como persona y en su carrera musical?

-Sinceramente, la más importante, a cuidarme. Silvio era un genio, pero también era una persona muy autodestructiva...

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