Rubén Olmo retrata una vida en movimiento en 'Tranquilo alboroto'
El artista, que hoy actúa en el Gran Teatro, plasma en este proyecto su necesidad de analizar los estados de ánimo por los que ha atravesado a lo largo de su carrera
El bailaor Rubén Olmo presenta esta noche (21:00) en el Gran Teatro el montaje autobiográfico Tranquilo alboroto, en el que hace un recorrido a su trayectoria a través del movimiento. Se trata de la tercera producción propia del sevillano, una obra muy reflexiva en la que disecciona su concepto de la danza.
El artista realiza en este espectáculo un balance vital y reflexiona sobre las aristas que conlleva el ejercicio de la danza, como el sacrificio, la fe, la constancia o las ansias de libertad. En Tranquilo alboroto Olmo se mueve entre las zapatillas de la danza española y el tacón del flamenco para homenajear a la vez a los grandes artistas que le han marcado durante su trayectoria artística, por ejemplo Manuela Vargas, a la que dedica una de las diez escenas que integran el montaje. Así, lo mismo interpreta una Falsa farruca coreografiada por Israel Galván que un vuelo libre, Laissez moi, donde dibuja en el aire con mantón el broche de oro a esta arriesgada propuesta.
Tranquilo alboroto, según Olmo, narra su "necesidad de contar los diferentes estados de ánimo por los que atraviesa un bailarín", y para ello utiliza los "distintos lenguajes de la danza" española.
La primera de las diez escenas relata el sentido coreógrafo de un artista en el espacio del estudio, mientras que la segunda permite contemplar un ensayo o clase de una compañía, con lo que recuerda a las grandes agrupaciones artísticas de Antonio Gades o Pilar López.
El Hábito es el tercer cuadro de Tranquilo alboroto y en él Rubén Olmo emula a un Cristo, imagen que identifica con el sacrificio de un bailarín, su constancia y el duro trabajo diario. En Las Manuelas rinde tributo a la figura de Manuela Vargas y repasa los personajes que ella plasmó, incluido su famoso mirabrás. Este recorrido continúa por la senda de los estilos flamencos que interpretaron los grandes ballets de antaño y finaliza con una reivindicación de la libertad para el flamenco, para lo que utiliza el mantón como símbolo del Ave Fénix.
Olmo presentó el pasado año este montaje en el Festival de Jerez y en la Bienal de Flamenco de Sevilla, donde consiguió el Giraldillo a la mejor coreografía. Rubén Olmo es licenciado en danza española y clásica por el Conservatorio de Sevilla y ha formado parte de la Compañía de Danza Española y del Ballet Nacional de España, siendo primer bailarín en obras como Luz de Almas y La Celestina.
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