Quevedo, sueños y realidad
Crítica de teatromúsica

La ficha
'Sueños' Producción:Compañía Nacional de Teatro Clásico, la Llave maestra y Traspasos Kultur. Reparto: Juan Echanove, Óscar de la Fuente, Markos Marín, Antonia Paso, Marta Rivera, Beatriz Argüello, Chema Ruiz, Críspulo Cabezas, Eugenio Villota, Abel Vitón. Versión: José Luis Collado. Dramaturgia y dirección: Gerardo Vera. Fecha: viernes 3 de noviembre. Lugar: Gran Teatro. Dos tercios de entrada.
El Siglo de Oro ha regresado este fin de semana al Gran Teatro gracias a la Compañía Nacional de Teatro Clásico en coproducción con la Llave maestra y Traspasos Kultur, esta vez con un espectáculo donde predomina más la prosa. El responsable de tal excepción es don Francisco de Quevedo y sus Sueños, queJosé Luis Collado ha versionado y Gerardo Vera se ha hecho cargo de plasmar sobre el escenario.
La obra muestra a un Quevedo anciano aquejado por la senilidad que rememora su obra, donde personajes reales y ficticios se mezclan. Bajo un estado delirante, las paredes del convento de los Padres Dominicos en Villanueva de los Infantes se transformarán en diferentes escenarios que recrearán su visión particular sobre la época que le tocó vivir, un tiempo y contexto que en ocasiones le favoreció y en otras le trajo desdichas. Nobleza, clero, ciencia, sexualidad… De su repaso no se salva ni el propio autor. Sus palabras serán dardos envenenados dirigidos a una sociedad española que bajo la máscara jactada de orgullo patrio ocultaba su verdadera falta de virtud.
Gerardo Vera y su hábil mano firma una puesta en escena abierta y aparentemente sencilla que con acertado criterio deja fluir la acción gracias al magnífico plantel de actores y actrices que sin excepción derrochan talento con sus intervenciones tanto en solitario como corales. Es obligado destacar, cómo no, la labor del actor protagonista. Con solo su presencia, Juan Echanove llena el escenario y cuando suelta la voz se lo come de un bocado. Digno de estudio para jóvenes intérpretes es todo su trabajo, sobre todo la última escena en la que agoniza. Tanto él como el resto de sus compañeros de reparto merecieron el cálido y sincero aplauso recibido al terminar la función. Como punto quizá discutible es la simultaneidad de personajes sobre escena al tiempo que los proyectan en pantalla, efecto que en lugar de apoyar su interpretación puede restar presencia al que actúa en vivo y la dificultad que tiene el público en reconocer el cierre de la representación.
La agudeza e ingenio de Quevedo le sirvió para sobrevivir y al mismo tiempo dejar constancia de cómo somos cómplices y víctimas de nuestra doble moral. De su obra podemos sacar en conclusión que, por muchos siglos que pasen, algunos aspectos negativos del sistema permanecen como algo enquistado e imposible de extirpar. Hay motivos para ser pesimista. Muchos, por desgracia.
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