El Prado descubre a Maíno

La pinacoteca dedica por primera vez un monográfico al artista, uno de los más desconocidos del siglo XVII · La muestra permanecerá hasta el 17 de enero

La muestra finaliza con 'La recuperación de la Bahía de Brasil', la obra más emblemática del autor.
La muestra finaliza con 'La recuperación de la Bahía de Brasil', la obra más emblemática del autor.

Después de la explosión de color que ha supuesto la antológica de Sorolla en El Prado, el museo ha querido "iluminar a tientas" la oscuridad histórica en la que ha estado sumida la obra de uno de los pintores más originales y desconocidos de la pintura española del siglo XVII. A pesar de contar con más de un tercio de la escasa producción conocida de Juan Bautista Maíno (1581-1649), nunca hasta ahora el Museo del Prado le había dedicado una exposición monográfica al artista alcarreño, nacido en Pastrana, por lo que de cara al otoño y hasta el 17 de enero se propone saldar esta deuda.

La exposición reúne prácticamente toda la producción pictórica del artista, 35 obras de un total de 40, de las cuales siete no han sido expuestas al público nunca y 14 no han sido vistas en España, según explicó ayer en la presentación de la muestra Gabriele Finaldi, director adjunto de Conservación del Museo del Prado. Además, los organizadores han querido contextualizar la obra de Maíno con otras 31 pinturas de autores que influyeron en su formación, fundamentalmente italianos, entre ellos Caravaggio, Guido Reni o Carraci.

La muestra se ha organizado en ocho ámbitos temáticos que ofrecen un completo recorrido de la evolución pictórica del artista, cuya trayectoria se inicia con obras de pequeño formato, a las que siguen el retablo de Pastrana (Gaudalajara), o su serie de paisajes y retratos, comparados con contemporáneos como Velázquez, Zurbarán, El Greco o Luis Tristán.

Tras éstas se sitúan obras de gran formato sobre santos, como María Magdalena, San Pedro arrepentido o San Juan Bautista, para finalizar el recorrido de la muestra con su obra más emblemática: La recuperación de la Bahía del Brasil.

El dominico español, cuya entrada en esta orden religiosa en 1613 limitó su producción artística, recibió una profunda influencia artística durante su estancia en Roma de las dos grandes corrientes generadas en Italia hacia 1600, como el revolucionario naturalismo de Caravaggio y la revisión del clasicismo italiano de Annibale Carraci. Finaldi puso ayer de manifiesto el "exhaustivo" trabajo de investigación y restauración que se ha llevado a cabo sobre la obra de Maíno, ya que veinte de los cuadros han tenido que ser restaurados al encontrarse en un estado "bastante comprometido". Para la comisaria de la muestra y jefe del Departamento de Pintura Española de El Prado, Leticia Ruiz, la exposición demuestra que, como dijo el estudioso alemán Carl Justi, "probablemente nadie llego tan cerca de Caravaggio como este dominico español", cuyas obras, muchas de ellas desconocidas para el gran público, consideró de "una enorme calidad".

En su opinión, Maíno puede ser considerado como una "rara avis" dentro de la pintura española debido a su influencia italiana, y afirmó que al cotejar sus obras con las de otros maestros de la época se constata como el artista español "se codea de tú a tú con ellos". La comisaria elogió sus paisajes "miniaturistas", su faceta como "gran retratista", muy destacada por sus contemporáneos, y destacó sus obras de gran formato como La Adoración de los pastores o el conjunto de Las Cuatro Pascuas para el retablo de San Pedro Mártir en Toledo.

En su opinión, La Adoración de los Magos, supone "la visión más impactante de unos Magos que vienen de distintas partes del mundo", retratados con lujosas y coloridas vestimentas que hacen "que den ganas de tocar las sedas, los brocados y el fabuloso tocado del rey Baltasar".

Por su parte, el director del museo, Miguel Zugaza, consideró que es obligación de la pinacoteca rescatar del olvido a autores de gran calidad "que no están en primer plano de la vida pública".

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