Álvaro Muñoz 'Tarik'. Músico

"Parece que ahora, cuando escuchamos música, que nos emocione es lo de menos"

  • El Teatro Góngora recibe el próximo jueves a Tarik y La Fábrica de Colores en una velada especial programada con motivo del 25º aniversario de la publicación de su primer disco.

¿Cuántas veces a lo largo de la vida decimos: "entonces, por qué"? Álvaro Muñoz Tarik y La Fábrica de Colores se lo preguntaban en su primer disco, publicado hace ahora 25 años. Posteriormente llegaron On the Radio, Sequentialee y El hueso y la carne, obras que, por su calidad y por su escasez, le han proporcionado a Tarik un escaño en la humeante región de los músicos de culto. El próximo jueves, el cordobés regresa a su ciudad para recordar (Teatro Góngora, 21:00) aquel primer trabajo.

-¿Cómo ha sido la aventura de estos 25 años?

-En tanto tiempo hay mucho margen para que ocurra de todo. Ha sido, supongo, una historia como la de otros muchos grupos que se han mantenido en el tiempo. Tarik y La Fábrica de Colores no ha dejado desde sus comienzos de funcionar como grupo por más que la formación haya ido cambiando con el paso de los años. Hemos pasado muy buenos momentos, hemos trabajado duro a veces para recoger poco y a veces el resultado ha sido más fructífero. Hemos tenido episodios muy tristes como la muerte de Charli, nuestro guitarrista. Al final, ¿qué queda? La satisfacción de tener discos publicados, que es algo que permanece en la Historia y no se puede borrar. Es el objetivo que cualquier grupo debe perseguir: que quede constancia de esas canciones en trabajos publicados. Y mucho mejor si, como ocurre con este primer disco que ahora recordamos, son canciones que todavía se pueden escuchar y a las que el paso del tiempo no ha dejado sepultadas en el olvido. Todavía se pueden tocar y disfrutar.

-¿Cómo era musical y culturalmente esa Córdoba de los 80 en la que nace la banda?

-Era una Córdoba de turbulencias. Había mucho entusiasmo por hacer cosas. Teníamos el ímpetu de hacer algo novedoso a nuestra edad, subirnos al escenario a tocar guitarras eléctricas, contactar con una compañía que nos publicara un disco, visitar bares... En aquella época no había internet, nos juntábamos en casas de amigos a escuchar discos, viajábamos ocasionalmente a Londres a comprar música y nos reuníamos para escucharla, íbamos a bares como Varsovia, donde estábamos a la última y todo lo que escuchábamos era vanguardia y novedad en la época... La infraestructura de salas y de circuitos de conciertos no estaba tan desarrollada como ahora, por mal que esté ahora. Actualmente sacas un disco y sabes que puedes ir a casi cualquier ciudad de España, donde habrá una sala mínimamente preparada para hacer un concierto decente. Los conciertos entonces surgían por otras vías. Pero sobre todo había mucha gente queriendo hacer cosas, cada uno en su estilo. Y estaba el frenesí de ser muy joven: entonces éramos adolescentes.

-¿Se manifestó aquí el eco de la movida madrileña?

-La vanguardia cordobesa, en verdad, era un círculo muy pequeño, pero no queríamos perder el contacto con la movida madrileña. Hacíamos viajes casi cada fin de semana a Madrid a ver conciertos, frecuentábamos sitios como Rock-Ola, la sala Revólver más tarde..., y teníamos muchos amigos en Madrid que nos introducían en aquellos canales. Pero no creo que la escena cordobesa de la época fuera un eco de la movida. De hecho, cuando yo empecé con Yacentes la movida ya estaba dando sus últimos coletazos.

-¿Cómo ha planteado el concierto del próximo jueves?

-Va a estar centrado casi exclusivamente en el repertorio del primer disco. Pero hay una serie de bises preparados, porque ese repertorio se queda corto para un concierto entero, con canciones de On the Radio, Sequentialee y El hueso y la carne. Creo que es un repertorio adecuado para escuchar en un teatro porque tiene mucho medio tiempo, también canciones incluso con un tiempo bastante lento... Lo que procuramos es despertar a través de la música emoción en la gente, que es algo que, a mi entender, ahora se pasa un poco por alto. Parece que ahora, cuando escuchamos música, que nos emocione es lo de menos, y atendemos a otras cuestiones que no son las que yo creo que deben ser. El repertorio lo hemos puesto a prueba en Madrid, en la sala Sol, y la gente nos comentaba que le parecía un repertorio emocional, por la estructura de las canciones y los cambios, poco comunes por otra parte porque no son canciones en el sentido tradicional de la composición, no tienen una estructura al uso.

-¿De dónde nacen las canciones?

-Las de este disco nacieron de influencias, fundamentalmente. Toda la música que a mí me ha emocionado es lo que me ha motivado y me ha servido de influencia para escribir mi música. En aquella época yo estaba muy influenciado por artistas como David Bowie o Neil Young o grupos como Echo & The Bunnymen. Y por lecturas de Vladimir Nabokov o Raymond Carver. No suelo escribir sobre episodios particulares, historias que me hayan pasado a mí, y a veces las letras ni siquiera cuentan una historia en particular: intento crear flashes emocionales en el oyente.

-¿Qué fue de Rufus T?

-Rufus T fue un paréntesis en mi carrera. Paco Prieto, el guitarrista de Tarik y La Fábrica de Colores durante muchos años, creó su propia compañía discográfica en Sevilla, Happy Place, montó también un estudio de grabación y me propuso que uno de los primeros trabajos de Happy Place fuera una serie de canciones mías que tenía grabadas pero nunca habían encontrado salida en los discos de Tarik y La Fábrica de Colores, porque estaban en inglés cuando el disco era en español o porque musicalmente no encajaban. Hicimos entonces una recopilación de temas que incluía atmósferas, recitados y otras rarezas, por el gusto de hacer algo diferente, pero sabíamos que era un paréntesis. De momento no va a tener continuidad.

-¿Cómo ha cambiado en estos 25 años la industria discográfica?

-Por un lado está más establecida, pero... Cuando yo empecé, discográficas independiente como tales no existían; había discográficas mayores y menores pero el término independiente no existía aunque sí había un espíritu independiente en muchas cosas que se hacían con pocos medios, estaban los fanzines, esas revistas que uno hacía en casa a base de fotocopias, de una manera muy precaria... Ahora ese término es un poco espurio, ha devenido una etiqueta y de hecho muchas discográficas independientes lo que hacen es copiar los mecanismos de las multinacionales, buscan el éxito rápido en grupos que se etiquetan como independientes persiguiendo una salida comercial... La industria está más establecida pero también más corrompida en ese sentido. Ahora todo se hace de forma más artificial y todo sale con etiquetas. Pero no soy de los que piensan que cualquier tiempo pasado fue mejor. Ahora, con motivo de estos 25 años, hay quien me habla de lo buenos que eran aquellos tiempos, pero yo no creo que eso sea así realmente. A mí me gusta mirar hacia adelante y estar al corriente de las nuevas ideas y tendencias. No soy nostálgico.

-¿Cómo ve la escena musical actual en España?

-Por lo que acabo de decir de las discográficas, me da mucha pena pensar que debe de hacer cosas muy interesantes que no salen a la luz. Porque las discográficas, por muy independientes que se tengan, sólo prestan atención a lo que creen que puede funcionar y crear un efecto inmediato en el público. De lo que escucho ahora me gustan, entre otros, Los Punsetes y Linda Mirada, que es de lo más prometedor que hay ahora mismo en España.

-¿Para cuándo un disco nuevo?

-Llevo tiempo trabajando en eso y tengo ya un número bastante amplio de canciones nuevas. Creo que ha llegado el momento de plantearnos su publicación, cuando acabe esta pequeña gira del aniversario.

-¿Qué tienen los domingos?

-Tienen un toque un poco de bajón, en muchos casos. Y de reflexión, sobre todo si te has divertido mucho el día anterior. Yo creo que son días que dan para mucho, unos son muy felices y otros menos... Y muy curiosos: pueden ser muy coloridos o muy negros.

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