El guardaespaldas, el musical | Crítica

Recordando a Whitney

Una de las escenas de 'El guardaespaldas, el musical'.

Una de las escenas de 'El guardaespaldas, el musical'. / Juan Ayala

Tras su paso por los escenarios londinenses y su estreno en castellano, el musical de El guardaespaldas se va de gira para aterrizar este fin de semana en nuestra ciudad, donde ha tenido una gran acogida del público que ha agotado las localidades del Gran Teatro.

La adaptación a escena de la historia original escrita por Lawrence Kasdan y que en 1992 llegó al cine protagonizada por Kevin Costner y Whitney Houston logra conservar la línea argumental: artista archifamosa en situación de peligro por un fan acosador que la amenaza y para solucionar el entuerto aparece el guardaespaldas que, pese a su estoicismo profesional, se convierte en galán que enamora y salva a su clienta.

Aquella película de trama simplona hubiera pasado con más pena que gloria de no ser por la impresionante banda sonora que interpretó una Houston en pleno zenit de su carrera, convirtiéndola en la más vendida de todos tiempos. Por esta razón, junto a la incorporación de unos cuantos temas famosos del repertorio de La Voz, el respetable se anima a comprar una entrada para verlo en su formato teatral.

La producción se rodea de todos los recursos posibles que convierten la obra en algo espectacular: luz y efectos a la altura, escenografía con infinidad de cambios que trasforman la escena en menos de un suspiro, vestuario y sonido impecable.

Todo magníficamente cuidado para crear la ambientación sobre la que el numeroso equipo formado por actrices, actores, cantantes y cuerpo de baile se integra con precisión y sobrada profesionalidad. También es obligado otorgar una mención especial a las impresionantes voces de Chanel Terrero y Sonia Egea, que deleitaron al público con los temas que interpretaron, el cual terminó en pie bailando al ritmo de aquel I wanna dance with somebody que en 1987 catapultó a Whitney al éxito internacional.

Con El guardaespaldas se rinde un tributo a una de las cantantes más prodigiosas de la historia de la música moderna. En paralelo al glamour y los millones de discos también pudimos conocer a una mujer que tuvo de luchar contra sus propios demonios y ver cómo estos acabaron con ella a los 48 años. Una vida muy similar a la de muchos artistas a los que la fama convirtió en juguetes rotos. Triste realidad.

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