Mauro Armiño. Escritor y traductor

“El morbo ahora está en el crimen inmediato”

  • El autor presenta este sábado en la Feria del Libro 'Crímenes a la francesa', una antología de relatos de la tradición 'noir' en la literatura gala que abarca el siglo XIX y principios del XX

El escritor y traductor Mauro Armiño (Cereceda, Burgos, 1944)

El escritor y traductor Mauro Armiño (Cereceda, Burgos, 1944)

El escritor, traductor y crítico literario y teatral Mauro Armiño (Cereceda, Burgos, 1944) llega este sábado, a las 20:00, a la Feria del Libro con Crímenes a la francesa (Siruela), una antología compuesta por 22 relatos de la tradición negro-criminal de la literatura gala. La obra abarca desde principios del siglo XIX hasta la década de 1920 e incluye a autores como Courier, Mérimée, Balzac, Alejandro Dumas, Richepin, Guy de Maupassant o Apollinaire.

–¿Cuándo se convierte el tema del crimen en género literario?

–En Francia es sobre todo a raíz de la traducción que hace Baudelaire de muchos cuentos de Poe, pero sobre todo de tres en los que interviene el Caballero Dupin, que es digamos el primer detective literario de la historia.

–¿Qué factores hacen posible esa consolidación del género negro?

–La insistencia. A partir de la traducción de Baudelaire el tema interesa y va cerrándose. Porque detectives y policías de mucho interés hay antes, pero no respetan las normas del género. Hay una novela de Balzac titulada Un asunto tenebroso donde hay dos policías que intervienen en una conspiración y hacen lo que cualquier detective: van al lugar de los hechos, hacen algunas averiguaciones... Pero eso está enmarcado en otro tipo de novela. Sí es un antecedente claro hasta el punto de que los franceses consideran Un asunto tenebroso como la primera novela policíaca francesa. Es excesivo porque no cumple las pautas que da Edgar Allan Poe para el género.

"'Un asunto tenebroso' no cumple las pautas que Edgar Allan Poe da para el género"

–¿Qué peso tiene la tradición negra en la literatura francesa?

–En la actualidad tienen una buena novela negra, pero yo me dedico a los clásicos. Tiene importancia sobre todo a partir de un dato curioso. Poco antes de mediados de siglo XIX el desarrollo de la prensa francesa es enorme y los periódicos comienzan a salir a diario. Eso era mucho papel y para enganchar a los lectores, junto a las noticias, en la primera página, hacen una cosa que es el folletón: en el faldón inferior de la página uno y dos publican cuentos y novelas por partes. Eso es un enganche de venta enorme. Cuando se editó El crimen de Orcival el periódico que lo tiraba vendía 400.000 ejemplares, una cosa que ya es inimaginable. No había televisión ni nada y la gente en los casinos tenía que leer algo. Y ese tipo de novela enganchaba. Los autores tenían que hacer trucos: la entrega del día tenía que ser un capítulo con un final de suspense para que fueras al día siguiente al quiosco a por más. Eso generó una gran cantidad de autores y de posibilidades para el género detectivesco. Intervienen desde autores de primera como Balzac o Dumas a pequeños y poco conocidos ahora pero que son muy buenos para el género y mejores que los de gran nombre. Iban directamente a la acción: al crimen, investigación y descubrimiento del autor. Y en seis o siete páginas cierran mejor el cuento que un Balzac.

–Aunque hay grandes autores franceses, se suele destacar más a los anglosajones.

Mauro Armiño. Mauro Armiño.

Mauro Armiño. / Andrés de Gabriel

–Claro, porque fueron los que inventaron el asunto, sobre todo con Ann Radcliffe, cuyas traducciones tuvieron en los años 20 y 30 del siglo XIX mucha difusión en Francia y que funcionaron como influencia para este tipo de novela más negra que detectivesca, que son dos cosas diferentes. Aunque para novela negra los franceses tenían su autor, que era el Marqués de Sade, que no tuvo ninguna influencia inglesa porque él estaba confinado en la Bastilla y no le daba para leer mucho.

–En su introducción dice que el origen del género policíaco lo podemos encontrar desde la Biblia, por ejemplo con Caín y Abel.

–Siempre que hay un crimen hay una posibilidad de investigación, pero eso no es género literario;es un crimen como lo puede haber mañana en La Coruña o Huelva. Eso ahora se ha convertido en una investigación policial habitual y casi rutinaria. Allá ellos. Otra cosa es un crimen visto, hecho e inventado por un novelista. Hay ocasiones en los que el novelista aprovechó un recorte de periódico para hacer un cuento.

–Hoy en día quizás el folletón no tendría tanto éxito con la de sucesos que encontramos en la televisión y la prensa en general.

–Ya la gente no quiere saber nada de eso. Aquí estaba El Caso, que se vendía muchísimo. Tuvo que abandonar en el momento en el que hubo mucha más prensa porque ya no tenía lectores. Aquello también tenía mucho de truco literario. Era una especie de prensa amarilla del crimen como ahora lo son las revistas del corazón.

"No pensábamos que la cultura española iba a acabar así"

–¿Hoy sería posible algo así?

–No, ahora no tiene interés. Primero porque la prensa normal no va bien. La noticia del señor que ha ayudado a morir a su mujer va a dar para tres días, sobre todo porque estamos en campaña electoral y la eutanasia es un problema para discutir. Pero nada más. Todos los días hay algún crimencillo por ahí pero eso en dos días se acaba. En cuanto se dan los cuatro datos, lo que dice la policía y la vecina de enfrente, ya no hay nada más que hablar. Dentro de un año habrá un juicio y se volverá a insistir, pero ya no como elemento morboso. Ahora el morbo está en el crimen inmediato.

–Da la sensación de que el espectador tiene sed de sucesos de este tipo.

–Hace tiempo que he perdido la idea de qué pasa con los lectores y con los espectadores. El nivel cultural ha bajado tanto en este país que es un desastre absoluto. Nada de lectura de los artículos serios del periódico. Yo que me dedico al teatro veo que nuestras obras, que son serias, duran un mes y otra de ji, ji, ji, ja, ja, ja, dura dos años. ¡Qué le vamos a hacer! La época es la que es. Ya no lloro por nada. No pensábamos que la cultura española iba a acabar así.

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